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Channel: Desde la Nieve
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¿Que pague qué?

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En los últimos días he visto, y no sé muy bien por qué, un recrudecimiento de lo que yo personalmente considero “intentos de estafa al autor pardillo”. Y lo voy a seguir considerando así por muchas razones que me den, y ahora daré yo mis propias razones para hacerlo.

Me llegan de mil sitios noticias de autores a los que les han hecho propuestas que son para quedarse con las patas colgando. Supuestas editoriales que, tras una valoración ultramegaprofesional de 10 días a contar desde el día en el que les envíes el manuscrito (10 días, nomejodas), ofrecen publicar una obra “corriendo con la mitad de los gastos” y que piden, sin cortarse un puto pelo, 3.000 pavos por publicarle al autor 200 ejemplares y encima le exigen que venda 100 de esos ejemplares en una presentación que el mismo autor tiene que organizar. Y si ese día no vende 100 ejemplares (no, no vale al día siguiente), entonces el autor tendrá que pagar de su bolsillo (aparte de esos tres mil napos que ha dado antes) el precio de los 100 ejemplares. Que por cierto no le dan, en muchos de los casos.

No, no es coña. Los números oscilan: algunas ofrecen 150 ejemplares y exigen que se vendan 70 en la presentación, otras ofrecen 300 ejemplares por 3.500 euros, otras te quieren publicar en formato electrónico y te piden 2 euros por página por la maquetación y la corrección y la puta de oros y aparte un poco de dinero por los riesgos y blablabla (no me toques las palmas que me conozco, qué riesgos ni qué leches, si es un puto doc que puedo hacer yo en mi puta casa!!!), pero el denominador común es que todas te piden dinero por publicar tu obra. Y tú, autor novel que no sabe de qué va esto y que tiene unas ganas tremendas (como es lógico y normal) de ver su obra publicada, vas y picas.

El último granito de este montón de despropósitos lo he visto en mi propio correo. En los dos correos que tengo, el personal y el profesional: en la última semana me han llegado no menos de doce e-mails de una supuesta editorial cuyo nombre no había oído (con perdón) en mi puñetera vida, en el que me aseguran haber leído mi currículum literario y estar interesados en mi perfil profesional, me piden que envíe un resumen del mismo (¿pues no lo habían leído ya?), un resumen de la obra que quiera publicar con ellos y el manuscrito íntegro (¿y para qué quieren el resumen si también quieren el manuscrito? Coño, que lean el resumen y si les interesa me pidan la obra completa, qué ansiosos), y me ofrecen una supuesta edición en la que ellos correrían con la mitad de los gastos y trabajar conjuntamente conmigo durante dos años para dar a conocer mi obra (fijo que sí, van a quitar el cartel de Schweppes de la Gran Vía para poner mi cara bonita en neón azul y rosa). Lo divertido del invento es que esa supuesta edición, que no es más que una co-edición sin usar la palabra maldita, me la ofrecen asegurando haber leído mi currículum. Y digo yo: ¿a alguien se le ocurre que yo pudiera decidir cambiar dos editoriales como son Minotauro (Grupo Planeta) y Ediciones B (Grupo Zeta) por la Editorial Nisu, que me ofrece una co-edición requetechupiguay pagando una pasta por dos ejemplares y medio que luego igual tengo que volver a pagar? Quiero un poco de lo que se fuma esta gente. De hecho, lo quiero TODO.

Lo jodido es que a mí me da la risa sólo de pensarlo, pero si ese correo ha ido a parar a la bandeja de entrada de un alguien que no cuente con el respaldo de esas dos editoriales quizá, sólo quizá, la cosa podría colar. Y eso me da miedo, porque las co-ediciones, queridos míos, suelen en su más amplia mayoría (o casi su totalidad) ser estafas estafosas cascabelosas: las editoriales (las llamaremos así) de co-edición no corren ningún riesgo, que es quizá uno de los principios del trabajo editorial “tradicional” (una editorial apuesta por un autor y se gasta las perras en publicar su libro ‘apostando’ a que con las ventas va no sólo a cubrir gastos sino a ganar dinero); pero no sólo es que no quieran correr riesgos, es que no hacen NADA de lo que supuestamente es el trabajo de un editor, que es preocuparse por el producto que va a vender para así asegurarse un beneficio. Una editorial de este tipo, habitualmente, está más preocupada por sacarle las perras al autor que por sacárselas al comprador del producto, y en consecuencia una vez que ha conseguido el dinero del autor SE LA PELA si la novela se vende o acaba archivada en la C de “contenedor”; ergo no le preocupará si la novela es buena o mala (“Oh, nos encanta tu novela, eres la rehostia”: una editorial seria jamás os dirá algo así, son parcas en alabanzas personales y quizá eso sea lo que les dé una mayor credibilidad; por el contrario, por muchas alabanzas y lamidas de cuarto trasero que hagan al incauto autor, las editoriales de co-edición pillan todo lo que les pasa por delante, que con que sea un manuscrito escrito por alguien capaz de pagar por verlo publicado tienen más que suficiente. Ni siquiera les hace falta que esté escrito en un idioma legible). Tampoco se preocupará por mejorarla (olvidaos de correcciones de estilo, forma o contenido, olvidaos de portadas de calidad), ni se preocupará por distribuirla o por promocionarla. Porque LES DA IGUAL, ya han ganado su dinerito sacándoselo al autor directamente y el resto se la bufa en clave de sol. ¿Apostar por el autor novel? Mis cojones, apuestas por sacarle el dinero suficiente para irte de allí frotándote las orejas, mamón.

Una cosa tenéis que tener muy clara si sois escritores y os apetece publicar: NO PAGUÉIS. Nunca. ¿Nadie apuesta por vosotros? Seguid intentándolo. Esto es una carrera de fondo; seguid enviando manuscritos, seguid escribiendo, seguid mejorando. Y si dentro de unos años os da la impaciencia chunga y no podéis esperar más, entonces lo mejor que podéis hacer es autopublicar. Sí, vosotros mismos con vuestro mecanismo: al menos sabéis qué hacéis, dónde, cuándo y sobre todo cuánto. Se puede autopublicar sin gastar dinero (en formato electrónico, por ejemplo, o en impresión por demanda); se puede autopublicar por medio de un crowfunding. Hay empresas que se encargan también de ese tipo de autoediciones: no dicen ser editoriales, simplemente ofrecen un servicio de corrección, maquetación, diseño de portada, etc, sin entrar en valorar el manuscrito; cobrando por esos servicios y punto, no asegurando apostar por un autor para sacarle la pastarrancaca y huir del país.

Si una editorial os ofrece un contrato de edición y os dice que corréis a medias con los gastos… desconfiad. Por principio. No paguéis. Nunca. Que hay mucha gente que juega con los sueños de los demás: no dejéis que jueguen con los vuestros.

Pobre imperativo T___T

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Yyyyyyy andaba yo pensando que hacía ya mucho rato que no me lanzaba a escribir un post que pudiera granjearme, una vez más, las iras, odios y berrinches varios de un sector del respetable al que no le agrada en demasía que le digan que tiene que hacer las cosas bien. Qué queréis que os diga, me va la marcha xD y soy, como todos sabéis, una especie de talibana lingüística incapaz de quedarse calladita (con lo mona que estoy yo calladita, hay que ver) cuando ve alguna aberración en el uso del repreciosísimo idioma que tenemos.

Dicho lo cual, hoy la cosa va a ser breve porque tampoco hay tanto que decir. Últimamente he visto en sitios de lo más diverso (redes sociales, foros, conversaciones en el transporte público, conversaciones telefónicas, conversaciones a la hora del desayuno, la cola de la panadería…) un fallaco gordote en el uso del idioma que, aunque no es nuevo (no es un vicio actual, todos lo hemos visto en innumerables ocasiones), sí es cierto que me da la sensación de que ha proliferado. Y cómo no, si todos los vicios se extienden mucho mejor desde que Internet entró en nuestras vidas xD ¿Que por qué pienso que ahora se da más? Pues porque ahora he ‘cazado’ a nada menos que cinco personas de mi entorno más cercano, CINCO, que siempre han usado el idioma con una corrección impecable y que de un tiempo a esta parte han adoptado ese vicio y ni siquiera se han dado cuenta de que ahora están usándolo mal. Si lo veo en ocho mensajes en Facebook no me preocupo; si lo veo en varias conversaciones entre gente que siempre ha sabido usar el idioma, entonces sí.

Me estoy refiriendo al uso del infinitivo en lugar del imperativo. ¿Que eso qué es? Bueno, muy facilito: es cuando alguien dice, por ejemplo, «Iros a la mierda». O «Darme vuestra opinión sobre tal tema». O «Venir todos a mi cumpleaños, que os invito a mil cubatas y medio».

Arrrghhh ick ick ick ick.

¿Que no veis qué es lo que está mal? Hombreeeeeee… Vale, vamos a tomar como plausible la hipótesis de que se nos ha olvidado a todos cómo se conjugan los verbos, ¿ok? Total, lo estudiamos allá por el segundo ciclo de la EGB (sí, ése que iba de 3º a 5º), y ni siquiera tengo claro que los que estudian Primaria ahora lo tengan incluido en el plan de estudios, aunque confío en que sí. Una cosa que uno se aprende para pasar el mal trago de que el profe le saque a la pizarra y punto, ¿verdad? Bueno, pues no ÒÓ que si nos lo enseñan es por algo, y con la que está cayendo está la cosa como para decir que la educación básica en realidad no sirve más que para tener a los críos entretenidos en horario laboral.

Si aceptamos que no nos acordamos de la conjugación de los verbos, entonces igual ya va siendo hora de repasarla, que no está hecha para dar por culo a los pobres alumnos de educación obligatoria sino para que aprendamos a hablar bien, cojona. No, no voy a poner las tablitas esas tan monas: si tenéis curiosidad, en el diccionario de la RAE, cuando buscáis un verbo, hay al lado un botoncito azul que pone “conjugar” y que, si le dais, ¡PLUF!, sale la tabla por arte de magia cibernética. No, ya dije que lo de hoy era sencillito porque sólo quiero reivindicar UN tiempo verbal en concreto: el imperativo.

Sí, mi pobre y depauperado imperativo. Ése es el tiempo que se tiene que usar en esas frasecitas que he puesto arriba, que no, no están bien, porque lo que usan es el infinitivo. Y no, el infinitivo no es igual que el imperativo, porque no sirven para lo mismo ni significan lo mismo ni son lo mismo. Para entendernos, el infinitivo es algo así como “el nombre” del verbo (hola, soy Cantar =D encantado), y el imperativo es lo que sirve para mandar (Canta o te mato ÒÓ). El imperativo es la orden, el deseo o el ruego: canta. Cantad, cantad, malditos.

Fácil, ¿no? Tú les estás ordenando que se vayan a tomar por saco, así que no les dices «Iros a tomar por saco» (infinitivo: ir) sino «Idos a tomar por saco» (imperativo: id). ¿Que suena raro? Eso es porque ya casi nadie lo usa como corresponde, pobrecito mío T__T «Dadme vuestra opinión, mamones sin alma» (infinitivo: dar. Imperativo: dad). «¡Venid a mi cumpleaños, josdetal, que yo sola me deprimo!» (infinitivo: venir. Imperativo: venid). Que a mí eso de "Iros" me suena al primer paso para acabar diciendo algo como esto:



Vale, La Faraona era La Faraona, pero por muy artista que fuese no era precisamente candidata a ocupar un sillón adornado con una letra :P Hablando de lo cual... ¿Qué es lo que dice nuestra amada y nunca bien ponderada RAE al respecto? Pues todo esto, fijaos bien (fijaos, he dicho «fijaos», ¿os habéis dado cuenta? Nada de «fijaros» ni muchísimo menos «fijarse», hombreporlosdioses):


Cuando se da una orden a una segunda persona (del singular o del plural), deben usarse las formas propias del imperativo, si la oración es afirmativa, o las formas correspondientes del subjuntivo, si la oración es negativa, va introducida por la conjunción que o se dirige a un interlocutor al que se trata de usted.

SINGULAR
Tómate toda la sopa y deja de protestar.
No te enfades y ponnos otro café.
Que te calles.
Hágame caso.

PLURAL
¡Venid aquí ahora mismo, granujas!
Poneos el pijama y dormíos cuanto antes.
No lleguéis tarde.
Que os estéis quietos.
Cierren la puerta y siéntense, por favor.

No se considera correcto, en el habla esmerada, el uso del infinitivo en lugar del imperativo para dirigir una orden a una segunda persona del plural, como se hace a menudo en el habla coloquial: ¡Venir aquí ahora mismo, granujas! Poneros el pijama y dormiros cuanto antes.

Solo es válido el empleo del infinitivo con valor de imperativo dirigido a una segunda persona del singular o del plural cuando aparece precedido de la preposición a, uso propio de la lengua oral coloquial: ¡Tú, a callar!; Niños, a dormir.

No debe confundirse el empleo desaconsejable del infinitivo en lugar del imperativo de segunda persona del plural con la aparición del infinitivo con valor exhortativo en indicaciones, advertencias, recomendaciones o avisos dirigidos a un interlocutor colectivo e indeterminado, habituales en las instrucciones de uso de los aparatos, las etiquetas de los productos o los carteles que dan indicaciones, hacen recomendaciones de tipo cívico o prohíben determinadas acciones en lugares públicos: Consumir a temperatura ambiente; Depositar la basura en las papeleras; No fumar; Lavar a mano. Se trata, en estos casos, de estructuras impersonales en las que no se da una orden directa, sino que se pone de manifiesto una recomendación, una obligación o una prohibición de carácter general, en las que hay que sobrentender fórmulas del tipo Se debe consumir... / Es preciso consumirlo... / Hay que consumirlo... / Se recomienda consumirlo...; Debe depositarse la basura en las papeleras / Hay que depositar la basura a las papeleras; No se puede fumar / No se permite fumar; Debe lavarse a mano / Se recomienda lavarlo a mano.



¿Qué demoños quiere decir todo esto? Pues básicamente que, aunque sea más cómodo (por aquello de que a la lengua, como órgano, le resulta más fácil, nosémuybienporqué, usar la erre en ese sitio que usar la de) utilizar el infinitivo, NO ESTÁ BIEN. Que para eso hay un tiempo verbal específicamente creado para dar órdenes, cojona: ¡usadlo! (no «usarlo», no no no, ¡USADLO! me iréis a decir que no queda mucho más acongojante). Pobre imperativo, con lo majo que es él, no nos dará pena maltratarlo de semejante manera.

De la Puente

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Actualizo con una chorrada (más que nada porque los temas molones y gordos requieren tiempo, y ahora mismo ando escasita xD) pero que para mí es importante: se trata ni más ni menos que de mi apellido.

Hasta hace tres años, lo único que me importaba de mi apellido eran las discusiones que tenía con mi (afortunadamente ex) jefe sobre si era compuesto o simple. Me explico: en mi DNI pone "Virginia Pérez Puente" (ya llegaré al porqué dentro de un momento), yo trabajaba por aquel entonces en la radio presentando un programa diario y algunas cosillas más, y mi (afortunadamente ex) jefe se empeñó en grabar todas mis caretas de entrada y obligar a mis compañeros a que me dieran paso con un simple "Virginia Pérez", porque, decía, la política de la empresa era "un apellido por persona" y lo mío (Pérez Puente) no era compuesto, de modo que me tocaba ser Pérez a secas. Entendedme bien, no tengo nada en contra de mi honesto y españolísimo Pérez, pero como señal de identidad no vale gran cosa (anda que no somos xD).

De cualquier forma, quien manda manda y yo me pasé mis añitos en la radio siendo "Virginia Pérez" sin más. Cuando Ediciones B y yo firmamos el contrato de publicación de La Elegida de la Muerte (Öiyya), yo aproveché para firmar la novela con mi nombre completo por primera vez en mi vida, y pasé de ser "Virginia Pérez" a ser "Virginia Pérez de la Puente", y qué felicidad el día que vi la portada en la que ese nombre resaltaba con letras amarillas. Sí, es una chorrada, pero después de tantos años de ser "Pérez" para todo el público emeritense, extremeño y, cuando tocaba, español, volver a ser yo fue algo así como muy genial xD

Y aquí fue donde yo me encontré el problema. Que no es un problema, en realidad, pero siendo como soy una mujer que se ha reencontrado hace poco con su nombre, pues a veces me pone triste que el pobre sufra tantas manipulaciones, cambios, tirones, trueques de letras y demás correcciones a vuelapluma, sobre todo teniendo en cuenta que el nombrecito de marras sale en letras gordas en amarillo ya no en una sino en dos portadas de dos libros tochos =( Y yo que pensaba que aquel funcionario cachondo que cambió el nombre de mi familia materna era un caso único de incultura, y que nadie más iba a cometer el mismo error...

Os explico la cosa, y por qué en mi DNI pone "Virginia Pérez Puente" cuando yo me llamo Virginia Pérez de la Puente. Hace décadas, mi abuelo materno fue a hacerse el carnete de identidad. Y el funcionario que le tocó en suerte decidió de forma unilateral que "Benito de la Puente" no podía ser, que "puente" era masculino de toda la vida del Dios Verdadero y que "Benito Puente" era un nombre mucho más digno para los tiempos que corrían. De ahí que todos los miembros de mi familia por parte de madre (excepto mi primo Guillermo, que se encontró con otro funcionario cachondo en el sentido opuesto) seamos "Puente" oficialmente, aunque nuestro apellido lleve un "de la" que nos han quitao de mala manera. Y diréis: pues tenía razón aquel funcionario, "puente" es masculino, a santo de qué viene llamarlo como si fuera una hembra, hombreyapordios. Bueno, pues no xD el puente, antaño, allá por los alláes, era femenino. Es decir, en los tiempos de mucho antes se decía "Hemos quedao en la puente para retozar" o "El alcalde no quiere que reconstruyamos la puente que se llevó la riada" o "Si cruzas por esa puente llegas al camino de Valdepardillo de los Encinares". Cosas del castellano antiguo, yo no tuve nada que ver y todo eso. Y todavía hoy tratar "puente" como una palabra femenina es correcto, y si no fijaos en lo que dice nuestra amada RAE:

puente.(Del lat. pons, pontis).
1. m. Construcción de piedra, ladrillo, madera, hierro, hormigón, etc., que se construye y forma sobre los ríos, fosos y otros sitios, para poder pasarlos. Era u. t. c. f.Dialectalmente, u. c. f.


La clave está en esos "u.t.c.f." y "u.c.f.", que significan, textualmente, "usado también como femenino". Useasé, que la palabra puente se utilizaba como femenino y dialectalmente se sigue usando de esa forma. De modo que el funcionario cachondo de mi abuelo cometió un error de bulto, y nos cambió el apellido porque le salió de los mismísimos sin darse cuenta de que sólo estaba demostrando su incultura.

Que esto no tendría que ir más allá de una anécdota si no fuera porque, desde que empecé a publicar y mi nombre comenzó a sonar por ahí perdido, he leído y oído variaciones de lo más curioso: Virginia Pérez de la Fuente, Virginia Pérez del Puente, Virginia de la Fuente... Y digo yo, ¿es tan difícil leer el nombre que sale en la portada de la novela y escribirlo igual? Que no es para tanto, cosas más raras se han visto que un apellido cuyo género suena extraño, hay apellidos que no significan nada y yo no me meto con ellos, ¿por qué os metéis con mi pobre y defenestrada puentecita, que no os ha hecho nada? T____T

Cómo encabronar a un escritor

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Agarraos, que éste va a ser largote.

Hace unas semanas proponía yo en este blog formas y modos de ayudar a un escritor sin poner un duro (más allá de comprar su libro, claro). Un post, el de Apadrina un escritor, que ha tenido un cierto recorrido (al parecer no muchos lectores sabían de lo mal pagado/difícil/ingrato que es esto de dedicarse a la literatura, o lo que ellos, como lectores, podían hacer para ayudar a su escritor favorito a continuar escribiendo). Hoy me apetecía hacer lo contrario. No, no voy a daros pistas acerca de cómo hundir a un escritor en la miseria (no demos ideas, no vaya a ser que :P), pero sí me ha parecido gracioso recopilar las distintas formas de encabronar a un escritor que existen, que tampoco cuestan un duro y que, si os da por echaros unas risas a costa de alguno de los que nos dedicamos a juntar letras, a modo de ocio creativo, os pueden dar bastante juego.

¿Que cómo se puede encabronar a un escritor? Uy, pues es facilísimo. Para empezar, podéis decirle la siguiente frase mágica: «Pero eso de escribir lo puede hacer cualquiera…» Vale, sí, en teoría es obligatorio pasar por la Primaria y por la Secundaria, de modo que es de suponer que todo el mundo sabe escribir, si entendemos por “escribir” la cosa de juntar letras para formar palabras y juntar palabras para formar frases (lo de la caligrafía de cada uno lo dejaremos para los grafólogos y/o arqueólogos, que hay cada uno por ahí con una letra en plan escritura cuneiforme que da la sensación de que en el cole le dijeron que las letras eran como patas de mosca pegadas a un papel). Otra cosa, por supuesto, es la escritura creativa, más conocida como Literatura. ¿Que cualquiera puede escribir una novela? Bueno, sí. Otra cosa es que la novela se la pueda tragar alguien, que ya es distinto. Creo que ya lo he comentado en un par de ocasiones, pero lo volveré a decir así de pasada para que no caiga en el olvido: para escribir literatura hay que cuidar mucho la forma, hay que saber emplear el lenguaje a la perfección, hay que conocer el ritmo narrativo, el tempo, hay que saber hacer una estructura dramática, hay que tener una idea, hay que saber desarrollarla. En eso entran muchos factores (una parte de aprendizaje y otra innata, por mucho que esto moleste a algunos —no sería la primera vez que me meto en un charco polémico—, porque lo cierto es que hay gente con más dotes para una cosa que otra gente, y si eso vale para el baile, el canto, la pintura o el cálculo diferencial también vale para la literatura. Baste decir que también cualquiera puede ser el amo de la pista de la disco un viernes por la noche a golpe de reggeton y sin embargo no tener lo que hay que tener para que lo contraten en el Bolshoi. Escribir un libro es complicadísimo, y os aseguro que no sólo hay que saber que la M con la A es igual a MA.

Hablando de lo cual, otra forma facilísima de encabronar a un escritor es plantarse en su muro/twitter/blog/mail y dedicarse a escribirle mensajitos en lenguaje… digamos “descuidado”. Tú le llegas y le dices ke su hovra es marabiyosa i te la as leido en hun dia y al escritor se le inflamará el hemisferio sur del cerebro hasta que le salga pus por las orejas. Y si encima el mensaje viene a decir que da higual komo hescriva el hinterlocutor poke total se hentiende hijual i hel lenguage tiene ke hebolucionar, y que total lo himportante no es la hortojrafia sino hel mensage, las circunvoluciones cerebrales del escritor se pondrán rectas y se le saldrán por los ojos a ritmo de conga para echar a correr hacia ti y clavarte las neuronas en la yugular. Y ya si después de todo eso le dices que yo tanvien kiero ser hescritor/soi eskritor, entonces la diversión no tendrá fin. Esto viene unido, por cierto, a lo mucho que otros escritores pueden encabronar a los escritores: cuando alguien publica/autopublica sin hacer una mínima revisión ortotipográfica, por ejemplo, desvalorizando a todo el gremio. Aquí también entran las editoriales, que no se crean que por ser editoriales se van a librar de la quema: no, si hoy tenemos para todo el mundo, no os preocupéis…

Una forma muy facilita y elegante de encabronar a un escritor es decirle que «la literatura es cultura y debe ser gratuita», y seguir con el argumento de que la cultura es un derecho universal y el acceso a la misma debe serlo también. En ese momento al escritor se le cambiará el color de la cara y las pupilas se le dilatarán cual gatete en pasillo con nocturnidad y alevosía. Es hasta posible que empiece a palpitarle una vena de la sien, o dos, o tres. Vamos a ver: que sí, que todo eso está muy bien y queda muy políticamente correcto, pero hay que tener en cuenta que la cultura NO SE HACE SOLA. Hay alguien que empuña el martillo y el cincel. Hay alguien que rueda la película, alguien que maneja la cámara, alguien que interpreta al personaje. Hay alguien que, y de esto sé un rato largo, se deja las horas, el cerebro, las pestañas, la espalda y el trasero delante de un teclado para crear ese libro, para crear esa cultura. ¿Todo gratis? ¿Es cultura, no debo pagar por ella? ¿Y quien la hace no debe cobrar por hacerla? Vamos a dejarnos de hostias: lo del “amor al arte”, y perdonadme que sea así de brusca, me lo paso yo por el forro de los ovarios. AMO MI TRABAJO. Adoro escribir. Me apasiona. No soy feliz si no lo hago. PERO ES UN TRABAJO. Y el que opine lo contrario, que se pase ocho horas diarias delante de un ordenador luchando con su propia mente y con su propio cuerpo para escribir una historia, y luego venga y me lo cuente. ¿Que alguien que pasa ocho horas dándole a la tecla para escribir informes de contabilidad sí debe cobrarlos, pero alguien que pasa esas mismas horas dándole a la tecla para escribir una novela no? ¿POR QUÉ? “Es cultura, tiene que ser gratuita”. En ese caso, que la cultura la haga alguien que no tenga que comer, ni que pagar facturas, ni que mantener a una familia. Porque los artistas, los culturetas, los que hacemos estas cosas que se denominan “cultura” por denominarlas de alguna forma, también somos humanos, y comemos y dormimos igual que todos los demás, a ver qué nos hemos creído, que como nuestro espíritu ya tiene suficiente alimento con la creación de nuestras obras ya no necesitamos meternos en el cuerpo más nutrientes, o algo así, ¿no?

¿Veis? Ya me he encabronado. Es fácil, ¿no? :P El caso es que eso de “la cultura tiene que ser gratuita” me suena muy a menudo a excusa para descargar libros en Epub Gratis. Pero pedirle a un escritor que trabaje gratis (que no cobre por sus libros) es como pedirle a una cajera de Zara que no cobre por pasarse ocho horas de pie colocando jerseys y llevando vestidos de una talla más al probador. Y si aún consideráis que escribir no es un trabajo, poneos a ello: os reto a que escribáis una novela de 200.000 palabras. A ver qué os parece.

Lo que me lleva a otra frase que también puede encabronarnos, y mucho, y es muy sencilla de pronunciar: «Los escritores sólo se preocupan por el dinero», seguida de la muy famosa y nunca bien ponderada «Quiero leer tu libro, ¿me lo mandas gratis?», y culminando en la preciosísima «Eso de cobrar es prostituir el arte», porque parece que al cobrar por una novela estamos escribiéndola pensando únicamente en la pastarraca gansa que nos vamos a llevar con ella y que nos va a dar para comprar el segundo yate y la casa de fin de semana en La Moraleja. Esperad, que me carcajeo un rato: JA-JA-JA. Hala, ya. ¿Un abogado prostituye la justicia por cobrar por acudir a un juicio a defender a un tío? ¿Un médico prostituye el juramento hipocrático por cobrar un sueldo por curar enfermitos? Lo chungo de este asunto es que encima la literatura es algo así como el curro peor pagado a este lado del Misssissippi, y al otro lado más o menos también. Cobramos menos que si empleásemos ese tiempo fregando escaleras o vaciando ceniceros. Los tipos como Stephen King o J.K. Rowling son la puñetera excepción que confirma la puñetera regla: sabed, hermosos míos, que yo me llevo de cada ejemplar que vendo la inmensa cantidad de 1’70 €. Haced cuentas y venid a decirme que sólo me preocupo por el dinero cuando dedico meses, años, mi vida entera, a escribir y pulir esa novela que luego me va a reportar… 1’70 €. Con esas cifras, hay que ser muy idiota para prostituirse escribiendo… con lo cerquita que está la Casa de Campo.

Ya tenemos a nuestro escritor a punto de entrar en modo berserker, pero no os preocupéis que aún podemos encabronarlo un poquito más. Utilizando la siguiente frase: «El arte es minoritario, la buena literatura es la que sólo unos pocos elegidos aprecian/entienden, y todo lo que sea entretenimiento de masas es sub-literatura y no merece ser llamado arte.» El hipsterismo/gafapastismo (llevado a los extremos) siempre me ha tocado un poco la moral, pero que alguien considere que una obra entretenida o una obra que aprecian millones de personas es, por definición, de mala calidad, ya es el colmo de la pedantería. Vamos, es facilísimo entretener a la gente, casi tan fácil como tener ventas millonarias. Me encabrona tanto eso como lo de que la fantasía es un género malo/menor/subcultura/para críos (que tiene su máximo exponente en el «¿Y tú cuándo vas a escribir literatura de verdad?»), y casi al mismo nivel que la bonita frase, que he oído/leído en multitud de ocasiones, de «Yo es que no leo a autores españoles.» Mejor no comento, que me vuelvo a cabrear y no son horas.

Formas fáciles de encabronar a los escritores, seguimos: «Uy, pero (inserte autor aquí) ya hizo algo parecido…» Coño, es posible que él y otros quinientos autores más, que la gente lleva escribiendo literatura cosa de veintiséis siglos. Os reto a encontrar un tema, UNO, sobre el que NADIE haya escrito jamás. Incluso si no has leído al autor en cuestión, incluso si no tienes ni puñetera idea de que alguien haya escrito sobre lo que tú has escrito, es prácticamente imposible que nadie lo haya hecho. De ahí lo que digo yo muy a menudo, “Leches, ya he vuelto a plagiar a alguien a quien no he leído”. Me pasa a menudo. De hecho, nos pasa a todos. ¿Por qué? Porque a ti se te ocurren ideas, y es muy probable que esas ideas se le hayan ocurrido antes a otro alguien. Lo original está en la combinación de ideas, en el desarrollo de la historia, en la forma de tratarlas. Las ideas originales no existen. Haced la prueba.

¿Queréis poner al escritor a punto de ebullición, o provocarle un ictus que le deje con la mandíbula colgandera durante veinte o treinta meses? Añadid a todo lo anterior lo siguiente: «Juer, menudo tocho es tu libro, te mola meter paja, ¿eh…?» Grrsssmmmgggñgñgñgñññ a verrrrrrrr, para empezar, antes de juzgar si el libro tiene relleno o no HAZ EL FAVOR DE LEERLO. Para seguir, el hecho de que un libro sea largo no significa que esté lleno de escenas superfluas/innecesarias. Cada historia es un mundo. Cada novela tiene la extensión que tiene que tener. Hay novelas cortas que no dicen nada y novelas largas que dicen un montón, y viceversa. No se puede juzgar un libro por la cantidad de páginas que tenga.

Decíamos antes que también los demás escritores tienen en su mano el poder de encabronar a sus compañeros de profesión. Pues bien, eso no se limita a la cuestión ortotipográfica: también hay muchas otras actitudes que cabrean, y mucho, a sus camarradas. Por ejemplo, cuando fomentan esa imagen etérea y espiritual del escritor como artista elevado que vive del aire (ayudando con ello a los que insisten en que los libros deben ser gratuitos y los autores no cobrar por escribirlos). O cuando, y esto creo que ya lo he comentado en mil millones de ocasiones, se dedican a ponerse zancadillas los unos a los otros, siguiendo la estupendísima filosofía del «Si yo no llego, no llega nadie» o la teoría de que «Si todos se hunden a mi alrededor, yo sobresaldré». Que hay que ser imbécil, con todas las letras, para no darse cuenta de que es mucho más fácil subir a rebufo de alguien (que se lo pregunten a los ciclistas), y que el hecho de que los autores de nuestro entorno estén bien valorados hace que todo el género literario suba de cara a los lectores y editores y, en consecuencia, tú mismo también subas. ¿Que el de al lado triunfa como la coca-cola? No le des un martillazo por ser el clavo que sobresale, mamón: agárrate a él y sube detrás, o incentiva que suba todo el género para subir tú con él.

Que también, aunque no lo parezca, con esto está relacionado otro tema encabronante en grado sumo: el asunto de las reseñas tramposas. ¿Queréis encabronar a un escritor? ¿Tenéis un blog? ¿O una cuenta en Amazon, o twitter, o lo que sea? Escribid lo siguiente: «(inserte título de libro aquí) es un asco.» Punto. Sin más explicaciones ni calificativos. (También el autor se encabronará si cambiáis asco por maravilla, aunque los motivos serán diferentes). Suelen ser “reseñas” realizadas o bien por los enemigos del escritor (o por otros escritores que, siguiendo al pie de la letra el punto anterior, intentan sabotear a nuestro pobre autor) o bien, en el segundo caso, por los amigos y familiares que intentan “ayudarle”. Las dos son prácticas desleales y chungas, la primera por cabrona, la segunda por publicidad ‘engañosa’: si realmente quieres hacer una crítica positiva o negativa de un libro, hazla bien. Para empezar, leyéndote el libro xD xD xD. Del tema de la “compra” de reseñas hablaremos en otro momento (ésa sí que entra ya de lleno en el ámbito de los ‘compañeros de armas’; no hablamos de compra con dinero en efectivo, sino más bien del famoso ‘quid pro quo’ que, si bien no es una práctica en principio nefasta, sí cae en la publicidad engañosa de la que hablábamos antes: «Te hago una reseña positiva de tu libro si tú me haces una reseña positiva del mío.» Y así nos luce el pelo, que ya ni dios se cree lo que dicen las reseñas por mucho que tú, inocente de ti, ni siquiera conozcas al pavo que te ha hecho la crítica y lo que dice sea, de verdad, lo que piensa sobre tu libro. Y eso encabrona, porque conseguir una crítica positiva AUTÉNTICA no es nada fácil y se ha devaluado por completo al proliferar las críticas ‘compradas’).

Hay muchas más formas de encabronar a un escritor, aunque las que quedan están más limitadas a editoriales y distribuidoras (retrasar pagos, la política de incomunicación, no pagar, estafar, ‘pasar’ del libro en beneficio del libro de al lado, pedir un manuscrito con urgencia y luego no abrirlo en un mes, las fechas de entrega cortas que luego se alargan en sus manos meses e incluso años, las modas editoriales, la falta de cuidado en la edición, la nula promoción, las mafias de distribución, etc etc etc), así que lo vamos a dejar aquí porque eso da para otro post. Da igual. No necesitáis mucho más para encabronar a un escritor: si le decís todo eso que os he comentado antes, SEGURO que conseguís que el escritor en cuestión os regale una obra maestra de gore nacional con espachurramiento visceral, descuartizamiento masivo y apertura en canal de cuerpos vivos. Lo mismo se documenta con vosotros antes de escribirla, eso sí. Que la literatura no sólo es trabajo y arte: también es catarsis. Bwahahahaha.

Recordatorios

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Una cosa así como muy breve, que ando liadísima (os prometo actualizar con una entrada larga y sesuda dentro de unos días xD). Escribo esto para recordaros que hoy, 1 de mayo, es el último día para participar en el concursazo que hemos preparado en la página de El sueño de los muertos. Si queréis tener la oportunidad de llevaros a casa esta preciosísima pieza única, realizada por The Scottish Girl Shop especialmente para la ocasión, sólo tenéis que pasaros por aquí (o pinchar en el enlace que hay a la derecha, ése que pone "concursazo" xD)

Ya que andamos de recordatorios (y aprovechando la entrada dedicada a El sueño de los muertos, que ya sabéis que este blog lo suelo destinar a temas que no tienen que ver con mis "niños" xD), os recuerdo que en esa misma web podéis ver un montón de información sobre la novela (críticas, personajes, vídeos, fan-art, material extra para leer y mil millones de cositas más que os pueden interesar si os apetece saber más sobre El sueño de los muertos o aún no tenéis claro si queréis o no queréis leerla =D)

Para terminar, y como buena noticia del día, hoy nos hemos levantado en el nº1 en ventas en la Librería Ender =D después de tres meses en el top ten de Minotauro, la noticia es sencillamente fabulosa =D



Y como regalito, por si aún no habéis tenido la oportunidad de ver ninguna de las maravillas maravillosas que están haciendo los chicos del foro de Öiyya, os dejo uno de los vídeos que han realizado basándose en El sueño de los muertos. Si os mola, hay muchos más en los enlaces que os he dejado más arriba =D

Lo cortés no quita lo valiente

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Una de las discusiones/debates/whatever que más veces he mantenido a la hora de hablar de literatura fantástica (y, más en concreto, de mis novelas) es el uso del lenguaje adecuado a la época en la que me muevo. Me explico: en muchas críticas, comentarios y reseñas he leído (y posteriormente lo he debatido, que para eso estamos, para comentar las cosas xD) que hay lectores a los que les resulta extraño leer cómo mis personajes, que se mueven en un ambiente medieval, hablan como si estuvieran sentados en un parque haciendo un botellón un mes de julio del año 2013 (por ejemplo). Cómo se dedican insultos modernos (cabrón, mamonazo, hijo de puta, gilipollas, etc), o se mandan a tomar por culo, o exclaman ¡joder! ¡coño! ¡me cago en la puta! mientras se pasan un pellejo de vino en una taberna medievalísima ella y se limpian los morros con la manga de una casaca de cuero o un tabardo o… bueno, me entendéis. El caso es que lo he comentado en infinidad de ocasiones, pero no está de más volver a decirlo: no soporto los «falsos antiguos». No soporto que en un diálogo de una novela un personaje de repente me salga con un “¡Pardiez!” o un “¡Hideputa!” cada cierto número de páginas. Y no lo soporto porque la novela está escrita en castellano moderno, los personajes hablan en castellano moderno, y no entiendo qué carajos pinta ahí de repente una expresión supuestamente antigua que, encima, la mayor parte de las veces está metida con calzador y ni siquiera se corresponde con la época en la que está ambientada la novela. Mis personajes hablan en castellano moderno. También se insultan en castellano moderno. Si uno está diciendo “Deberíamos largarnos de aquí”, lo lógico es que después metan un “cagando leches, o nos van a joder vivos” y no un “pardiez, o aquestos hideputas nos agarrarán”. ¿Por qué cambiar de repente, una palabra aislada, o dos, de un idioma a otro? A mí eso me saca muchísimo más de una historia que cualquier otra cosa. Porque lo noto artificial, porque me chirría, porque un personaje que habla en el mismo idioma que hablo yo NO DICE PARDIEZ, JODER!

Dicho lo cual, sí diré que lo único del «falso antiguo» que utilizo, y que además me parece necesario, es el tratamiento de cortesía. Es el que considero el más adecuado para esas situaciones. Si me saca de la novela un “hideputa” a destiempo, también me saca de la novela ver a un personaje tratar de usted o de tú a alguien a quien corresponde tratar de vos. ¿Por qué? Pues porque el tratamiento de cortesía antiguo todavía existe. Y todavía se utiliza en zonas de la Península e Hispanoamérica, aunque sea de una forma “corrupta” (sin acritud, claro, que aquí cada zona habla como le da la gana xD). Existe un voseo reverencial, un voseo actual, una utilización del “ustedes” como cortesía y como tratamiento generalizado… vamos, que el caso es que se sigue empleando, aunque sea un puto lío. De ahí que, a la hora de ambientar una novela en una época medieval, yo considere que un “pardiez” sobra pero un “vos” es justo y necesario.

En los falsos medievalismos en que se mueve a menudo el género fantástico (y en los medievalismos auténticos del histórico) se debe emplear el tratamiento con corrección, cosa que no es tan complicada: el “vos” se usaba prácticamente para dirigirse a cualquiera en el ambiente noble, y el usted no se utilizaba en absoluto. Todos hemos visto unas cuantas novelas en las que el autor (y el corrector, supongo) se hace la picha un lío y empieza tratando a alguien de tú, luego pasa al vos, luego se mete en el usted, vuelve al vos pero usa el verbo como si usase el usted, retrocede hasta el tú con el verbo como si fuera vos, y al final acaba tratándolo de vaya usted a saber qué, «Majestad, usted queréis que os cuente cómo los bandidos han asolado sus tierras…», arg arg arg. No os extrañéis si luego los reyes de las novelas son crueles y sanguinarios y ejecutan a cualquiera indiscriminadamente: es que se está matando poquísimo, leñe xD

En realidad es tan sencillo como saber si los dos personajes son amiguitos o no, si tienen confianza o no, si se tratan con cortesía (de cortés o de corte xD) o no. Puesto que el “usted” no existe en la época medieval, lo olvidamos de momento y usamos sólo el “vos” (y el “tú” si son amiguitos). Si ambientamos la novela en un falso o auténtico barroco/siglo de oro, se utilizan otras fórmulas de cortesía como el “vuestra merced”. Y si alguno se mueve en ambientes modernos, pues se usa el “usted” como fórmula de cortesía. Es decir:

-Medievo (o falso medievo): vos (cortesía), tú (confianza-hacia inferiores)

-Signo de Oro, barroco (o similar): vuestra merced (cortesía), tú (confianza-hacia inferiores)

-Época moderna: castellano neutro (usted -cortesía-, tú -confianza-), castellano andaluz o hispanoamericano (usted utilizado como tú)

Y para no hacernos líos acerca de cómo se usan y no joder la correspondencia con el verbo y poner aberraciones como la que ha hecho que el rey del que hablábamos antes tuviera que pagarle horas extras al verdugo de guardia, pues la cosa va así:

-Tú/vosotros: se usa la segunda persona del singular (tú eres) o del plural (vosotros sois)

-Vos: se usa la segunda persona del plural SIEMPRE (vos sois), en un a modo de plural mayestático (Señor, sois demasiado amable... Majestad, sois vos quien lleva la corona/Majestad, vos lleváis la corona)

-Vuestra merced/vuestras mercedes: el verbo se conjuga en tercera persona (vuestra merced sabe, vuestras mercedes saben)

-Usted/ustedes: se usa la tercera persona del singular (usted es) o del plural (ustedes son)


No es tan chungo, ¿a que no? =D y así los reyes volverán a ser buenos y bondadosos y a no cortarle a ningún cortesano la cabeza por un quítame aquí estos tratamientos :P



Editando: si alguno tiene interés en saber más detalles concretos, sobre todo referentes al habla en el Siglo de Oro, el primer comentario de Juan es una gozada en ese sentido ;)

Orgullo friki

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Andaba yo pululando por twitter y he visto en el hashtag #orgullofriki no uno, ni dos, ni treinta mensajes que básicamente venían a decir lo mismo: "Jo, ahora todo el mundo es friki, ya no mola serlo, dentro de nada ser friki va a ser mainstream y va a ser súperpococool decir que eres friki porque hasta el de la carnicería va a serlo". Y se me ha quedado una cara un poco tal que así ._____. porque no sabía yo que friki era el antónimo de mainstream... de hecho, tenía entendido que el antónimo de mainstream era hipster (o gafapasta de toda la vida xD). Que yo sepa (voy más allá) el término friki no significa lo mismo que su origen, el inglés freak (monstruo, tío raro, malformado), sino que es más bien tirando a sinónimo de geek (los que se dedican -de forma un poco obsesiva- a sus aficiones y hobbies). Y por ningún lado dice que para que se te pueda aplicar el término tienes que ser tú solito el que tenga esas aficiones o hobbies :P A mí personalmente me la pela en si bemol si lo que me gusta me gusta a mí sola o le gusta a todo el mundo universo, pero imagino que va la cosa en gustos...

A lo que voy: ¿En serio se va a 'devaluar' el frikismo si se convierte en una corriente seguida por un amplio porcentaje de la sociedad? ¿De verdad ser friki es algo reservado a "unos pocos", y si somos muchos ya no somos frikis sino borregos que nos dejamos llevar por eso tan horrible que es el gusto mayoritario? ¿Somos frikis de primera porque lo somos desde antes que nadie, y los demás son unos advenedizos aborregados que no tienen ni idea de lo que significa el frikismo "auténtico"? ¿Qué somos, frikis o hipsters, que sólo nos mola algo mientras no le mole "a todo el mundo"...?

Y de regalo, el montajito de la portada de mi última novela que he hecho para celebrar el día del orgullo friki =D

Y seguimos para bingo ÒÓ

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Voy a resubir esta entrada, porque este fin de semana me han tocado mucho en los perifollos circunstanciales y en las entrañas más adentradas :P Veréis, esto que escribí allá por diciembre (y creo recordar que hice una entrada similar hace cosa de un año, o quizá fueran dos) resulta que continúa no sólo teniendo vigencia, sino que cada vez "la cosa" está peor. Hoy mismo me he encontrado con otro de esos plagios interneteros, y esta vez era en una forma que, parece ser, es mucho más común que la que denunciaba por aquel entonces: en forma de copieteo de vídeo de youtube.

Veréis, esta chavala que os habla es escritora (hasta ahí de acuerdo), y además es fan de muchas frikadas, entre ellas Canción de Hielo y Fuego, la obra de George R.R. Martin (cosa que creo que también ha quedado clara en más de una ocasión). Hace cosa de dos añitos, cuando HBO emitió el capítulo 1x09 de la serie Juego de Tronos, yo andaba por mi casa de Mérida en plena baja por depresión y estrés laboral y me dio por pasar un par de mañanitas tontas haciendo una chorrada: un vídeo de esos de "Hitler se entera...", con la escena tantas veces empleada de la peli El Hundimiento, para hacerles un guiño a los pobres espectadores de la serie que, al no haber leído los libros, no sabían lo que se les venía encima. El vídeo lo subí a youtube, está aquí:



Un día después, viendo el "éxito" del vídeo en cuestión, incluso me dio por traducirlo al inglés y subirlo para los nohispanoparlantes, que al fin y al cabo eran los primeros que habían visto el capítulo de marras:



Y cuál será mi sorpresa al enterarme hoy, por una amiga, que una chavalina a la que no tengo el gusto de conocer, una tal Tachicoma000, hace poco más de un año subió ESE MISMO VÍDEO (el original, el que hice con los subtítulos en español) a su cuenta, y que llevaba meses recibiendo comentarios halagadores del tipo "eres genial, eres superlisssta, eres superdivertiiiida, eres estupeeenda, tu guion es genial" sin que se le cayera la jeta de vergüenza ni, por supuesto, se plantease en ningún momento aclarar que el vídeo "genial y divertido y guay y estupendo" NO ERA SUYO sino mío. Vamos, un caso más de aprovechamiento del curro de otro en beneficio del propio ego, porque otro motivo yo es que no le veo, la verdad .______.



Sí, sé que es difícil de reclamar porque, al fin y al cabo, la escena en cuestión ni es suya ni es mía (ni es de ninguno de los miles que la hemos usado para echarnos unas risas). Pero a mí me jode, qué queréis que os diga, porque al fin y al cabo me costó un trabajo inventarme los malditos subtítulos y sincronizarlos con la escena como para que venga cualquier pazguata a pillar el vídeo y decir que fijaos qué guay lo que se me ha venido a la mente, soy superlissssssta y superocurrenteeeeeeeeee"ÒÓ Vamos, que me cabrea. Me cabrea tanto como que me manguen un relato, o un cacho novela, o que enterarme que a un colega o compañero o camarrrada de letras le han mangado un relato o un cacho novela. Porque, aunque en este caso yo no vaya a cobrar un euro por ese vídeo (lógicamente), el trabajo de los subtítulos sigue SIENDO MÍO. Del mismo modo que cuando me mangaron el fanfiction de Harry Potter y la sombra de la serpiente (éste de aquí) y lo vendieron como si fuera el auténtico libro 7 de la saga de J.K.Rowling yo no pensaba ganar un euro con ese libro (un fic no se puede comercializar, los personajes son propiedad del autor original) y sin embargo me jodió, me encabronó y me puso de los nervios nerviosos ÒÓ

Y lo jodido es que cada día me encuentro un nuevo caso de robo con alevosía y mucho morro. Todos los días los que nos dedicamos a esto de las letras vemos con estupefacción cómo un ente ignoto pone en su estado de Facebook, o en su blog, o en su web, o en su diario personal, un texto que ha escrito otro alguien, lo firma con su propio nombre y lo suelta, hala, tan feliz, aguardando a que todos sus contactos le dediquen una salva de aplausos por su habilidad literaria y su genuina inspiración de miércoles por la mañana. Plas plas plas eres un genio, qué bien escribes, eres nuestro ídolo, te queremos, voy a buscar unas bragas a ver si te las tiro a tu muro de Facebook o en los comentarios de tu Fotolog para demostrarte mi amor incondicional y mi ardoroso deseo.

Lo flipo en gominolas. No, en serio que lo flipo. En gominolas. Y además se me abren las carnes de la rabia que me da ver estas cosas. Y se quedan tan felices y tan contentos, los tíos. O, peor aún, cuando entras a sacarles los colores por sisarte un texto (o sisárselo a un compañero) encima te insultan, o se ríen de ti, o te vienen con “marxate ke aka no vuscamos mas ke disfrutar d nuestros inspiracions i no keremos jente ke benga ha molestar”. Oh, espera, sí, ahora me creo mucho más que el autor del texto seas tú, perdona, ya me voy. Muy bueno, por cierto. O «es k solo keria conpartirl haci ke no digas ke e robao xk solo lo e puesto aki». Bien, campeón, es que eso es robarlo, chavalín, pequeñuelo, cosa linda, ay ay ay animalito eaea.

No son casos aislados, no: por ejemplo, en esta página unos cuantos compañeros recopilan los plagios, robos y demás afrentas que se van encontrando por la red. Ni es la única página, ni son los únicos robos, por desgracia.

¿Que no es para tanto? Joder que si es para tanto. Si tú dedicas tu jornada laboral a construir una casa, yo no voy con todo el morro y te la mango o te la okupo o digo que la he construido yo y se la vendo al vecino del quinto, que tiene goteras y el del sexto se dedica a bailar claqué los viernes por la noche y hace tiempo que dice que se quiere mudar. Si dedicas tus noches a hacer punto, yo no voy, te mango el jersey y se lo voy enseñando a todo el vecindario para que admire mi habilidad con las agujas, fíjate qué rechupiguay me ha quedado el diseño a rombitos de la sisa con lo jodido que es hacerlo, ¿eh? ¿A que soy genial? Si te dedicas a escribir, no voy, te robo el relato, o el poema, y se lo enseño al de la panadería a ver si le impresiono y consigo que me lleve a la cama. No, gente: eso no es sólo que esté feo. Es que es un delito. Porque a eso se le llama robar.

¿Que por qué? Porque a las cosas hay que llamarlas por su nombre. Un robo es un robo, y plagiar, hermosos míos, es ROBAR. ¿Que no? Mirad, facilito os lo voy a poner, para que lo entendáis. La RAE, que por muchas gilipolleces que haga sigue siendo la que pincha y corta en esto del idioma y que, hasta que se demuestre lo contrario, es la que dice qué significa qué cosa y punto y a tragar todos, dice lo siguiente:

robar.
(Del lat. vulg. *raubare, y este del germ. *raubôn, saquear, arrebatar; cf. a. al. ant. roubôn, al. rauben, ingl.reave).
2. tr. Tomar para sí lo ajeno, o hurtar de cualquier modo que sea.


Si existe algo llamado «propiedad intelectual», es porque aquello que sale de nuestro intelecto en forma de obras es NUESTRO. Si alguien coge algo que es de MI PROPIEDAD, entonces está cogiendo algo que no es suyo, que es MÍO. Así que me está robando. Sí, si pillas una frasecita de un relato/novela/ensayo/artículo que haya escrito yo y lo pegas en tu estado del Facebook sin decir que no es tuyo sino mío, joven padawan, ME ESTÁS ROBANDO. Y además hay otra cosita curiosa: la propiedad intelectual es del autor REGISTRE O NO LA OBRA. ¿Que no? Ojito:

Real Decreto Legislativo 1/1996, de 12 de abril

Artículo 1. Hecho generador
La propiedad intelectual de una obra literaria, artística o científica corresponde al autor por el solo hecho de su creación.

Artículo 2. Contenido
La propiedad intelectual está integrada por derechos de carácter personal, que atribuyen al autor la plena disposición y el derecho inexclusivo a la explotación de la obra, sin más limitaciones que las establecidas en la Ley.

Artículo 14. Contenido y características del derecho moral
Corresponden al autor los siguientes derechos irrenunciables e inalienables:
1. Decidir si su obra ha de ser divulgada y en qué forma.
2. Determinar si tal divulgación ha de hacerse con su nombre, bajo seudónimo o signo, o anónimamente.
3. Exigir el reconocimiento de su condición de autor de la obra.
4. Exigir el respeto a la integridad de la obra e impedir cualquier deformación, modificación, alteración o atentado contra ella que suponga perjuicio a sus legítimos intereses o menoscabo a su reputación.


Es decir, es algo irrenunciable: si yo escribo algo, es mío lo quiera yo o no. Así que, niños y niñas, incluso si os las prometéis muy felices porque lo que habéis copypasteado no está registrado, no os engañéis: aun sin ese registro, ese texto, ese dibujo, esa foto, esa canción, SIGUE SIENDO DE SU AUTOR. Así que cogerlo sin permiso y hacerlo pasar por algo vuestro SIGUE SIENDO ROBAR. Y a los que roban se les llama LADRONES.

Que ya está bien de tanta tontería. Que si supierais lo que cuesta sacarse las palabras de dentro, el esfuerzo físico, mental y emocional que supone escribir, las horas y horas que todos los que nos dedicamos a esto echamos delante del ordenador, las noches, fines de semana y horas libres que sacrificamos por escribir, se os caería la jeta de vergüenza sólo de pensar en intentar hacer pasar nuestras obras por vuestras. O quizá no, porque hay que tener muy poquita vergüenza para coger un texto, una ilustración, una canción, una foto de otra persona y plantarla en vuestro blog, o en vuestro tuenti, o en vuestro facebook, y esperar que todo vuestro rebaño de amigos se crea que lo habéis parido vosotros. Claro que sí, hombre: lo has escrito entre clase y clase, sentado en el váter mientras esperabas a que tus intestinos liberasen su contenido en prosa poética, no te digo lo que hay.

Vergüenza, coño. Si queréis la admiración de vuestro corrillo, cread vuestras propias mierdas y dejad las nuestras en paz. O, mejor aún, aprended a tocar la guitarra y llevad a todas las nenas del insti al parque a tocarles canciones de Pablo Alborán («Es mía, es que estaba súper inspiradísimo ayer por la tarde, telojuro»), los grandes éxitos de Amaral y lo que surja detrás de un matorral. Igual ahí sí sois capaces de hacer algo vuestro. Aunque mi confianza en vuestras habilidades no sea excesiva, pero quién soy yo para juzgar la matorralidad de nadie.


Nota: las imágenes están sacadas de google, sin ningún ánimo mangante, mangador o manganeso ;)

Haciéndome soñar

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Los chicos del foro de Öiyya se portan conmigo como si fueran mis hermanos, padres, hijos y mejores amigos, todo junto pero no revuelto. No sé si ya habéis visto la cantidad de fan-arts que han hecho sobre mi última novela, El sueño de los muertos (y todos impresionantes), pero es que los tíos siguen y siguen y no sólo mantienen vivo un foro que yo auguraba que moriría en menos de un año, sino que encima se lo curran muchísimo. Y MUY bien.

Cada nuevo fan-art que veo en ese foro me pone eufórica. Pero los vídeos... los vídeos es que me hacen soñar. Y llorar, a veces, de pura emoción. Porque son GENIALES (y no, no es que lo diga para quedar bien, es que son GENIALES), porque están trabajadísimos y pensadísimos, porque tienen una calidad casi profesional, porque (imagino que) a cada vídeo le dedicarán unas cuantas horas preciosas de su tiempo, y porque están hechos con un cariño por mis novelas que se nota en cada uno de los fotogramas (que han "mangao" de pelis ya existentes y que han escogido con muchísimo cuidado para que encajen en la historia de El sueño de los muertos, y lo han conseguido al 100% :O), en cada segundo de cada vídeo, en las músicas, en los títulos, en todo lo que hacen.

Ellos dicen que tienen una guerra interna entre los partidarios de los dos castings y que por eso hacen tantos fanvídeos, para ver qué grupo supera al otro. Sea como sea, cada vídeo yo lo siento como un homenaje a esa novela que yo escribí sentada a solas en mi salón, con la única compañía de un gato y una lumbalgia. Y por eso sueño, y lloro, y me emociono: porque sé que cada vez que hacen un vídeo ellos también sueñan, aunque sólo sea por un instante, con que un día habrá una película o una serie basada en El sueño de los muertos. Y que han soñado al leer la novela. Y que siguen soñando, cuando hablan de ella, cuando discuten, cuando debaten, cuando imaginan qué vendrá después, cuando se asoman a mi facebook o a mi twitter (o incluso al twitter de Minotauro) a preguntarme si se sabe algo de la siguiente, si la he escrito ya, si van a poder leerla pronto.

Algún día les haré yo un homenaje o un regalito como corresponde. Hoy sólo tengo a mano este blog =/ así que me limitaré, de momento, a darles las gracias de todo corazón por todo lo que están haciendo por/para/desde/según mi novela, y enlazar aquí los vídeos que con tanto trabajo y mimo han estado haciendo estos últimos meses: los tenéis en la página oficial de El sueño de los muertos, en la página de Facebook y en esta lista de reproducción en Youtube. Porque merecen ser vistos, porque son una auténtica pasada y porque son maravillosos, todos y cada uno de los vídeos, todos y cada uno de los foreros de Öiyya.

Y por si hay alguno "comodón", aquí os dejo el último que han publicado, esta misma tarde (o quizá ha sido esta mañana y yo no lo he visto hasta después). Para que os hagáis una idea de con quiénes nos estamos jugando los cuartos :O que esa gente casi casi parece profesional.


¡Que no escribimos con la entrepierna! ¡Coño!

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Es un tema tan cansino que ya aburre. Y, sin embargo, aún es más aburrido comprobar que sigue habiendo gente tan simple en uno y otro extremo x_____x

Todo ha empezado cuando me he encontrado este link. Es un reportaje muy interesante sobre el sexismo en el mundo de la literatura fantástica ;) si no podéis leer en inglés, dadle al “traductor” que a unas malas aún de algo os enteraréis (aunque sea más bien tirando a poquito).

¿Hay sexismo en fantasía? Yup, lo hay. Y no sólo porque todavía se pongan en las portadas hembras de grandes pechos vestidas con bikinis de cota de malla 5 tallas inferiores a lo que la hembra en cuestión necesitaría, lo que hace de la armadura uno de los objetos más inútiles desde la invención del botijo sin pitorro (gentes, el mito del "friki hombre adolescente con granos dedicado en la soledad de su casa al onanismo" está tan pasado de moda como el miriñaque x____x hace ya décadas que se sabe que no sólo los hombres asociales leen fantasía, si me hacen ustedes el favor...), sino por otras cosas mucho más sutiles. Es una chuminada, pero pica un poquito por lo que implica :P En mi cortísima carrera como escritora no he llegado al extremo de tener que traerle el café a otro autor por el hecho de que él tenga los genitales externos y yo los tenga internos, pero sí me he encontrado en varias situaciones WTF que me han hecho comprender que esa actitud sexista aún existe. Os las cuento, y vosotros luego ya os hacéis vuestra composición de lugar.

La primera de ellas fue cuando publiqué "La Elegida de la Muerte". Cierta persona humana comentó en un foro que no tenía ganas de leer esa novela porque, y cito textualmente, «es obvio que es una novela para chicas». Por la portada, quizá (ya hemos discutido antes sobre eso, concretamente aquí), o por el hecho irrefutable de que yo, que soy la escritora, soy además una mujer (o lo era la última vez que me miré :P). Una aseveración que se complementa con varios debates que recuerdo haber tenido en los últimos años (su punto culminante fue el mano a mano que tuvimos Montse de Paz y yo en las Jornadas de Literatura Fantástica de Dos Hermanas acerca de las mujeres como escritoras de fantasía): ¿puede una mujer escribir para un público que NO sea femenino? Este muchacho, el que dijo que no quería leer mi novela, parece creer que no.

La cosa va más allá, y aquí os cuento el segundo momento WTF: fue hace exactamente una semana, en la Feria del Libro. Un chico y una chica se acercaron a la caseta donde yo andaba firmando ejemplares de mis novelas. La chica cogió “El sueño de los muertos”, lo miró, leyó la sinopsis, y dijo que le llamaba la atención y que le apetecía leerlo. Y un instante después el chico le quitó el ejemplar de la mano y lo dejó en el montón, señaló el montón de “Sueños” y el montón de “Elegidas” que había delante de ésta, su autora, y dijo despectivamente: «Mucha mujer veo yo ahí como protagonista, eso no me puede gustar a mí en la vida». Y se llevó a su amada del brazo, dejándome con la mandíbula colgando de asombro. En primer lugar porque ni siquiera se había leído la sinopsis del libro (si lo hubiera hecho habría comprendido que, por mucho que en la portada salga una nena, los protas indiscutibles de “El sueño de los muertos” son todo tíos xD); en segundo lugar, porque me resultó totalmente alienígena que alguien pudiera pensar que, por ser de un género diferente, NO podía identificarse con la protagonista de una novela. Es decir, que volvemos a lo mismo: puesto que en fantasía los protagonistas mayoritariamente son masculinos, las mujeres no pintamos nada leyendo esas novelas, ergo lo lógico es que de vez en cuando aparezca la chati del bikini de cota de malla para animar a los lectores (machos todos) a comprar. Y que, siguiendo esa regla de tres, las mujeres sólo leemos novelas con highlander en portada (puesto que sólo podemos identificarnos con otras mujeres, y los machos de torso desnudo son nuestro equivalente a la reina de la armadura en dos piezas) y sólo escribimos novelas con mujeres como protagonistas con las que sólo otras mujeres se pueden identificar.

Muy lógico todo.

Dos ejemplos, diréis, minoritarios y de gente con poquito seso o mucho prejuicio. Bueno, pues voy con el tercer ejemplo, que en realidad son MUCHOS. Desde que publiqué con Minotauro he recibido bastantes peticiones de entrevistas y reportajes de diversos medios de comunicación. Los que me conocéis ya de las redes sociales y de los foros y me habéis entrevistado para vuestros blogs o revistas no os habéis ni planteado hacer algo parecido, pero, curiosamente, cuando las entrevistas o reportajes los hacía un periodista de algún otro medio (radio, periódico, suplemento cultural…), SIEMPRE me encontraba con las siguientes preguntas: «Siendo una mujer, ¿cómo lo haces para describir tan bien a los personajes masculinos?» y «¿Qué hace una mujer en un mundo de hombres como es el de la literatura fantástica?»

Muy originales, todos los que preguntaron eso. Sí. Cada uno fue originalísimo, y seguro que después de redactar la pregunta incluso se felicitó a sí mismo por ser tan bueno y por conocer tantísimo el mundo al que hacía referencia, ese mundo de los frikis raros al que no se ha acercado jamás ni con un palo. Pero vamos a ver, almasdiós: ¿desde cuándo un escritor tiene que ser del mismo género que sus protagonistas para saber describirlos? ¿Todas las novelas escritas por hombres carecen de mujeres entre su ‘elenco’? Entonces, ¿los escritores tienen que describir a personajes que sean COMO ELLOS? ¿Para describir a un asesino hay que asesinar? ¿Para describir a un supervillano hay que tener un par de planes de dominación mundial? ¿Para describir a un guerrero hay que saber liarse a mandobles con un ejército…? Esperad, que es que antes tengo que ir a por el pan, decidle al ejército de orcos que viene por Ferraz que se tome unas cañas mientras tanto que ahora me viene mal.

Precisamente ser escritor (y más de fantasía) consiste EN ESO. En meterse en la mente de gente que no eres tú, describir aventuras que no te han pasado, crear mundos en los que no has vivido. Aparte del hecho, también irrefutable, de que hay cientos de miles de autores (machos) que escriben novelas que gustan por igual a hombres y mujeres, y también, por improbable e increíble que os parezca, hay muchísimas escritoras mujeres que escriben novelas que gustan a los machos (sí, también en fantasía). Y no por ello dejan de ser machos. Ni las autoras dejan de ser hembras. Hay que ser pazguato para pensar que una mujer sólo puede escribir para mujeres. De hecho, hay que ser simple, o padecer de mononeuronalismo crónico agravado con un episodio agudo de encefalogramia plana. Como si el hecho de que un escritor haga pipí sentado o de pie se note cuando se sienta a escribir.

Volvemos a lo de siempre, y va a llegar un momento en el que de tanto repetirlo voy a acabar con el argumento tatuado en las circunvoluciones cerebrales con tinta azul: los escritores no son hombres o mujeres, son PERSONAS. Cada uno o una escribe como lo que es, como quién es, como es, a secas. Hay hombres sensibles, románticos, repletos de sentimentalismos y con el alma llena de poesía; hay mujeres extrovertidas, dinámicas, más preocupadas por el “hace” que por el “siente”. Del mismo modo, a la hora de crear un personaje yo al menos no me fijo en si es un hombre o una mujer: me fijo en cómo es COMO PERSONA. Y su descripción, y su forma de ser, de actuar, de pensar y de hablar, se corresponde con lo que es como persona, no con cómo tiene la entrepierna, padentro o pafuera. Es decir, a la hora de describir a un personaje masculino, como preguntaban esos originalísimos periodistas, yo lo que hago es crear a una persona y después ponerle los determinantes y los pronombres masculinos o femeninos dependiendo del nombre que le haya dado, Pepe o Pepa. ¿Cómo puedes describir tan bien a un hombre…? Pues sencillamente no fijándome en que es un hombre. Tan fácil como eso.

Y todos estos momentos WTF se complementa con eso que ya os he contado en alguna ocasión, esa primera impresión que me llevé del “coso” literario cuando llegué, novatilla yo, sin conocer a nadie ni a nada, y de repente me encontré con gentes hablando de mí con frases del tipo «Ediciones B ha puesto a una cara bonita a defender una novela», «Sé de buena fuente que ésa se ha tirado a (inserte nombre aquí)» o «A saber a quién se la habrá chupado para publicar». Cosa que, imagino, no se habría dicho jamás si yo en vez de ser una mujer hubiera sido un hombre (si aún no sabéis de qué hablo, os lo conté todo con detalle aquí).

¿El mundo de la fantasía es un mundo de hombres, y las mujeres que estamos pululando por aquí somos bichos raros o machorras o, válgame, sólo escribimos para otras mujeres y entramos dentro de la categoría “romance paranormal” o “cuento de hadas moñas”? ¿Un hombre no puede leer una novela de fantasía escrita por una mujer, porque no le va a gustar? Entonces ¿qué cojones hacemos las mujeres leyendo novelas de fantasía escritas por hombres…? Es todo tan absurdo que me dan ganas de descojonarme (o desovariarme, si preferís) y lo haría si no fuera porque, en realidad, no tiene ni puta gracia. O quizá no sea una cuestión de estrechez mental, sino que a ellos les interesa que nosotras nos quedemos en nuestro rinconcito femenino y no les toquemos la épica belicista, que es cosa de hombres :P (qué pasa, yo también tengo derecho a mi ración de conspiranoica semanal…) Hay sexismo, sí. También hay otras cosas, pero mejor me las callo que si no esto puede acabar en Troya.




Olé, olé y olé O_____O

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Hoy voy a meterme en camisas de once varas. O, lo que viene siendo lo mismo, voy a escribir este post a sabiendas de que me la voy a cargar, se me va a echar encima media humanidad y parte del extranjero y probablemente de aquí a dos segundos haya varios insultos más que curiosones en la página de “moderación de comentarios” de este blog (sí, qué pasa, tengo moderación de comentarios, aunque en realidad los admito todos excepto los que insultan, que eso de insultar tiene muy poquito glamour) y otros varios insultos aún más curiosones repartidos por el ello worldwidewébico. Pero es que llega un momento en el que una necesita saltar por alguna parte, y para qué demonios tengo yo este blog si no me sirve para desahogarme de vez en cuando, aunque con ello acabe consiguiendo que mi nombre se convierta en sinónimo de traición aberrante y ofensas a la generalidad y demás milongas.

Veréis, la cosa (no el superhéroe de la Marvel sino “la cosa”, así, en general, y en literario en particular) ya venía siendo sangrante desde hace mucho, pero es que no sé qué demonios ha pasado hoy que se ha puesto de un surrealista nivel casi casi febril. Hoy, en menos de una horilla, me he encontrado en ‘por ahí’ tres ejemplos tres de la ganadería del Morro Máximo: tres ejemplos tres de gente que no sólo le echa un papo de metro y medio, sino que es que encima es maleducada y, además, bastante tontita (sí, tontita, por no decir imbécil del culo). Para empezar, mi queridísimo compañero de editorial y no obstante amigote Carlos Sisí se ha encontrado con esto en su twitter así a primera hora de la mañana:

Yupi, como quería leerlo pues fui y lo descargué de grati y encima te lo enseño pa que veas cómo te he robao de bien =)

Para seguir, una persona humana a la que no conozco directamente pero con la que comparto amigos en Facebook ha colgado esto (imagino que no necesita explicación tampoco):

Qué pasa, usé tu ilustración para vender discos y camisetas y tazas y merchandising porque estaba en internet, y además no tienes pruebas de que sea tuya, ñe ñe ñe ñe

Y para terminar, yo misma me he encontrado con esta obra de arte internética en el muro de la página de mi primera novela, La Elegida de la Muerte (Öiyya) (para verla ampliada, abrís la imagen y le dais al botón derecho > abrir en otra pestaña > zoom):

W-T-F O_____O

(Edición post-mortem: en este preciso momento acabo de encontrarme un mensaje privado en un foro en el que cierta persona me dice que "ha visto que he escrito una novela" y que "le ha entrado curiosidad y que dónde puede descargarla para leerla". Ver para creer. En serio, queréis que yo hoy entre en mode berserker y salga a la calle con la puta motosierra de Hello Kitty, confesadlo ÒÓ)

Es que esto ya clama al cielo. Vaya, que una cosa es que te zosquen en un encuentro literario en público «A una amiga le han cerrado un blog de difusión gratuita de la cultura literaria, ¿qué opinas?», y otra cosa ya es añadir el insulto a la afrenta (aparte de que eso de “difusión gratuita de la cultura literaria” es un eufemismo como una sequoya). Mandarle al autor una foto de cómo te descargas su libro. O peor, pedírselo directamente ‘de gratis’ y encabronarse cuando no te lo da y decir que no vale un pimiento como escritor porque no quiere darte gratis su libro, pero qué se ha creído este escritor, ¿que voy a pagar por su novela? hasta ahí podíamos llegar, que dé gracias si me la leo. Ay ay ay, Señor, Señor, si es que van como locos. O como tontos. O como gilipollas del culo.


Y ahora, al turrón (o lo que viene siendo “a echarse muchos enemigos”, que total todavía me queda sitio para unos poquitos más :P), y a aprovechar para meterme en un charco de la profundidad del Pacífico y decir cuál es mi opinión acerca de la piratería, que ya estoy tardando. ¿Qué es lo que yo, Virginia Pérez de la Puente, opino del asunto? Pues que es complicado, que diría Facebook. Pero voy a ver si lo simplifico, y no voy a meterme en leyes, porcentajes, anchos de banda, penas impuestas ni demás etcéteras, porque 1-no soy experta y 2-tampoco lo pretendo.

¿Estoy yo en contra de la piratería? Sí, y no. No voy a ser tan hipócrita de decir que jamás me he descargado una peli o una serie, porque no me creería ni la madre que me parió. Estoy de acuerdo en que los precios son, en determinados casos, abusivos. No estoy de acuerdo con que se cobre un canon A TODO EL MUNDO por la posibilidad de que alguien “adquiera” sin pagar un producto cultural o de ocio. Pero tampoco puedo estar de acuerdo con los que propugnan el “todo gratis” escudándose en que la cultura es un bien que debería ser accesible a todos. ¿No creo que deba serlo? Por supuestísimo que sí. Pero no os olvidéis de que la cultura NO SE HACE SOLA. Hay alguien que empuña el martillo y el cincel. Hay alguien que rueda la película, alguien que maneja la cámara, alguien que interpreta al personaje. Hay alguien que, y de esto sé un rato largo, se deja las horas, el cerebro, las pestañas, la espalda y el trasero delante de un teclado para crear ese libro, para crear esa cultura. ¿Todo gratis? ¿Es cultura, no debo pagar por ella? ¿Y quien la hace no debe cobrar por hacerla? Vamos a dejarnos de hostias: lo del “amor al arte”, y perdonadme que sea así de brusca, me lo paso yo por el forro de los ovarios. AMO MI TRABAJO. Adoro escribir. Me apasiona. No soy feliz si no lo hago. PERO ES UN TRABAJO. Y el que opine lo contrario, que se pase ocho horas diarias delante de un ordenador luchando con su propia mente y con su propio cuerpo para escribir una historia, y luego venga y me lo cuente.


¿Que alguien que pasa ocho horas dándole a la tecla para escribir informes de contabilidad sí debe cobrarlos, pero alguien que pasa esas mismas horas dándole a la tecla para escribir una novela no? ¿POR QUÉ? “Es cultura, tiene que ser gratuita”. En ese caso, que la cultura la haga alguien que no tenga que comer, ni que pagar facturas, ni que mantener a una familia. Porque los artistas, los culturetas, los que hacemos estas cosas que se denominan “cultura” por denominarlas de alguna forma, también somos humanos, y comemos y dormimos igual que todos los demás, a ver qué nos hemos creído, que como nuestro espíritu ya tiene suficiente alimento con la creación de nuestras obras ya no necesitamos meternos en el cuerpo más nutrientes, o algo así, ¿no?

¿La cultura tiene que ser gratuita porque es arte? También es un negocio. Si se hace cultura, metámonos eso en la cabezota, es porque da dinero. En el caso de las productoras, discográficas o editoriales, porque hacen negocio; en el caso de los curritos de esas empresas, entre los que POR SUPUESTO están el autor y el actor, porque hay que ganarse la vida. Que nadie le discute el sueldo a la cajera del Zara, y que yo sepa Zara no es una ONG precisamente. Y a nadie se le pasa por la cabeza exigir gratis ese vestido de lentejuelas tan reprecioso del Zara, por mucho que sea una obra de arte textil. Pero dejemos la industria por un lado y centrémonos en el que cose el vestido, o en este caso en el que escribe la novela, que es de lo que sé un poquito (no mucho, un poco na más).
Partiendo de que esto de hacer cultura también es un trabajo, el trabajo tiene que ser remunerado, o sintiéndolo muchísimo nadie hará ese trabajo, porque todo el mundo tiene que cubrir sus necesidades (y, de momento, las necesidades se cubren con dinero. Qué mundo más prosaico). Un albañil que construye una casa cobra por hacerla. Un escritor que escribe una novela, también. Igual que un actor que interpreta una peli o una obra de teatro. Igual que un barrendero que limpia las calles. Igual que ese señor que nos trae las cartas y las deposita amablemente en el buzón, o que ese otro que nos sirve las manzanas verdes a 1’50 el kilo. ¿Te parece muy caro un libro, los precios no son competitivos, es que es una vergüenza que te cobren veinte pavos por un tocho de seiscientas páginas que te va a durar dos-tres semanas? Perfecto, no lo compres. Pero que sepas que eso no significa que bajártelo gratis esté justificado: el hecho de que un producto te parezca caro no implica que tengas permiso para pillarlo en El Corte Inglés y salir corriendo. Y tampoco el hecho de que las leyes al respecto sean patéticas: ya he dicho que no estoy en absoluto de acuerdo ni con los cánones varios ni con las cuotas varias ni con la leche en bote variada, pero al final, como siempre, el que acaba pagando la “protesta social contra (inserte injusticia aquí)” no es el que ha cometido la injusticia sino el que está debajo. Hablando en plata, el que se jode porque una editorial o discográfica o productora ponga un precio elevado o porque un Gobierno legisle con la parte baja del coxis es el autor que ha empleado su tiempo, su esfuerzo, su imaginación y su ilusión en escribir esa novela que te estás bajando “de grati” para protestar (sic.) y, de paso, para no pagarla. Que todos somos muy cucos y si para protestar hay que pagar no protesta ni San Dios Bendito, pero si para protestar hay que pillar cosas gratis, entonces protesta hasta el lucero del alba.

Hay una cuestión que también ha suscitado bastantes justificaciones entre los “cultura gratis” y con la que incluso puedo estar de acuerdo: la piratería también sirve de promoción. Un autor pirateado obtiene una difusión que su obra, quizá, no habría conseguido por el “método tradicional”. Y en determinados ámbitos, y entre determinados consumidores, el hecho de que alguien te piratee o consiga tu obra pirateada no significa que no te la vaya a comprar “por lo legal”. Hasta ahí, de acuerdo. Pero, por desgracia, son los menos. Y no me miréis con esa cara de ultraje, que aquí ninguno estamos libres de pecado. Nos conocemos, y si algo lo puedes pillar gratis lo pillas gratis y mucho tienes que amar al autor para, después de pillar su obra gratis, coger y apoquinar veinte o treinta o cuarenta pavazos en la caja de la FNAC, con lo cara que está la vida. ¿Promoción? Sí. ¿Se conoce más el nombre del autor, la gente lo lee más, la gente lo comenta más, se le llenan los oídos de flores y elogios que alimentan su espíritu? Sí. Pero lo que viene siendo tener más ventas (y por tanto más ingresos), pues como que no. A menos que seas Neil Gaiman y tu adorabilidad sea capaz de conseguir que cualquiera que pone el ojo sobre uno de tus libros se vea compelido a adquirirlo con independencia de si lo ha leído ya o no.

¿Entonces…? Un autor hace un trabajo, y por tanto cobra por hacer ese trabajo. ¿Prefieres pillarlo gratis? Tú mismo. Ahora, ten en cuenta una cosa: si ese autor no vende, no seguirá poniendo a tu disposición más novelas (la editorial no confiará en él y no publicará más obras suyas, y él tendrá que dejar de escribir para buscar otro trabajo en el que sus ocho horas sí se consideren dignas de recibir una remuneración). Es probable que a Stephen King o a George R. R. Martin no les suponga una diferencia perceptible que dos millones de personas descarguen su obra sin pagarla, pero para casi la totalidad de los autores el hecho de que los lectores no compren sus obras implica la imposibilidad de seguir escribiendo. Si no queréis pensar que a esa persona le ha costado un trabajo escribir esa obra y que ese trabajo merece una remuneración, como todos los trabajos, entonces pensadlo desde un punto de vista egoísta (me gusta este autor, por eso leo sus obras y quiero seguir leyendo más cosas suyas): tenéis que saber que el hecho de descargar una novela sin pasar por caja puede llevar a que ya no podáis leer más novelas de ese autor.

Creo que todo el que hace un trabajo merece que le paguen justamente por él. Protesto y me encabrono cuando se bajan los salarios, cuando se restan derechos sociales, cuando se ofrecen miserias por curros de sol a sol. Por eso me siento engañada cuando alguien me dice que le han cerrado el blog de “difusión gratuita de obras literarias” y que qué malos somos todos los autores que no queremos que nuestras novelas estén a disposición de todo el que quiera leerlas así, by the face. Yo me dejo los cuernos escribiendo mis historias. Si a alguien no le gustan, entiendo que no quiera comprarlas: pero si alguien quiere leerlas, entended que yo quiera que las pague. A mí no se me ocurre decirle al de Telepizza que me dé la pizza que ya después si me gusta se la pago y tal si me pilla con ganas. Tampoco se me ocurre decirle que no se la pago pero que la he disfrutado mogollón y que le juro que pasará a la posteridad como el mejor hacedor de pizzas de la historia reciente de nuestro país, y que ya con esa fama póstuma debe sentirse más que pagado. Ni me planteo decirle que tiene que dármela gratis porque tengo derecho a ella, porque la industria gastronómica en connivencia con el Estado ha creado un negocio lucrativo y se está haciendo de oro a costa de cobrar las pizzas a precios abusivos y porque libertad, justicia, igualdad y pizzas gratis para todos.

Sí, yo también he descargado cosas alguna vez. Y no estoy precisamente orgullosa de ello. Pero al menos no intento justificarme diciendo que lo hice porque la cultura debe ser gratuita, o que el artista no es un trabajador, o que la culpa es del Gobierno que las viste como putas, o que la industria ha establecido un negocio y está compuesta de chorizos y por eso no me sale de los huevos pagar, o que el problema es que los artistas son unos vendidos que no miran más que por la pela y que deberían sentirse avergonzados por querer cobrar por lo que hacen, cuando sólo con el reconocimiento de la posteridad ya deberían sentirse más que pagados. Al menos, sé que lo que hago cuando me bajo una peli o una serie no está bien hecho. Al menos no tengo los santos cojones de ir a decirle al autor que me he descargado su obra, o de ir a PEDIRLE que ÉL me descargue su obra y me la mande o me mande el link donde puede pillarla gratis by the patilla. Al menos, sé que si quiero que una serie continúe, o que un novelista termine una saga, o que una peli reciba el reconocimiento que creo que merece y se hagan más pelis del mismo palo, tengo que comprar esa serie, ese libro o esa peli. Nadie vive del aire, y es el dinero que yo pago por ese DVD o por ese epub o por esa edición rústica el que hace posible que esas novelas, series o pelis se sigan haciendo, el que paga el salario de los que se lo han currado por hacerlas. Si no se paga por ella, no puede haber cultura. Porque la cultura la hace alguien, y ese alguien se lo ha trabajado para hacerla. Habrá muchas cosas mejorables en el entramado industria cultural-legislación-creador, pero lo que está claro es que aquí todo el que trabaja tiene que recibir un pago justo por su trabajo, y no es justo que se pretenda que alguien trabaje gratis sólo porque otro quiere un producto gratis. Y si luego resulta que no se hacen pelis decentes, que las series son bazofia pura, que sólo se oye reggeton del cutre y que no hay un puto libro medio bueno que llevarse a los ojos, entonces la culpa será de todos menos de los que hemos decidido no pagar por esas pelis, series, libros o discos buenos. Pues claro que sí.

Y ahora, con vuestro permiso, voy a huir del país.

Stalkers, stalkers everywhere

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Espero que nadie se moleste con esto, pero en las últimas horas he bloqueado (por primera vez que yo pueda recordar, normalmente lo que hago es eliminar) a dos o tres personas de Facebook y de otras redes sociales. Las he bloqueado en vez de eliminarlas para que no pudieran ponerse en contacto conmigo, cosa que, teniendo el perfil público, podrían seguir haciendo si sólo los hubiera eliminado de mi lista de "amiwitos". A ver cómo explico esto para que no se me malinterprete...

Creo que los que me conocéis aunque sólo sea un poco sabéis que ni soy una persona cerrada, ni soy antisocial, ni una melindres que se escandaliza a la mínima que alguien menciona temas "comprometidos" del tipo sexo, relaciones sexuales o interpersonales o similar. Más bien al contrario :P ese tipo de cuestiones suelen estar bastante presentes en mi muro, y me gusta hablar de ellas con naturalidad e incluso usarlas como vía de escape jocosa cuando se habla de otros temas. Sin embargo, me parece que estamos muy acostumbrados a ver lo que queremos allá donde no lo hay, y a mí hay ciertas actitudes que me molestan muchísimo, y por supuesto cuando se dirigen a mí me sacan de quicio.

Todos sabéis, porque no es una cosa que haya escondido precisamente, que soy soltera y que no tengo ninguna relación (conocida) con ningún ser del otro sexo (también sabéis que soy heterosexual, con lo cual es de suponer que tampoco tenga una relación con algún ser de mi mismo sexo). Me gustaría aclarar, y perdonadme si se me queda cara de gilipollas al ver que es necesario hacerlo, que si no tengo ninguna relación es porque a mí no me da la gana, no porque sea "el elemento rechazado de la sociedad". Es decir: si ando sola y no tengo marido, novio, rollete o amiwito rozable es porque a mí no me sale del congrio tenerlo, no porque ninguno haya querido.

Entenderéis, entonces, que me moleste infinito haber visto cómo en los últimos meses (curiosamente desde que se anunció que publicaba una novela con Minotauro, vaya, qué casualidad) la bandeja de entrada de mi buzón de privados haya empezado a acumular mensajes de gente con la que antes no había intercambiado ni una maldita palabra. Sobre todo porque esos mensajes, sin ser directamente ofensivos, a mí SÍ me ofenden. Entendedme bien: nadie me ha insultado ni me ha ofendido directamente, pero cuando seis o siete personas del sexo masculino de repente (cada uno por su cuenta) deciden empezar a enviarme mensajes de buen rollito qué amigos somos y como somos tan amigos pues te insinúo que ya verás cuando nos veamos y nos tomemos algo, con lo guapa y lo simpática que eres, vas a quedar plenamente satisfecha, pues no puedo evitar sentirme insultada y ofendida.

Diréis que qué chorrada, pero cuando esto ocurre de forma regular durante siete u ocho meses una se acaba cansando. Me canso de recibir mensajes de gente con la que la máxima relación que he mantenido es darle al "sí" cuando me pidieron amistad en FB, y ver que esos mensajes, sin ser explícitamente ultrajantes, sí implican con bastante claridad el siguiente mensaje: "Esta tía es soltera y no liga, fijo que si le digo dos cositas bonitas me la follo y salgo en la foto con 'la de Minotauro'". Y me jode por varios motivos: porque están presuponiendo que, como no tengo pareja, ya ando muy necesitada de lo que sea que haya por ahí disponible para abrirme de patas. Que mi necesidad llega a tanto que cualquiera que me diga que quiere recibirá el premio, porque yo ya no estoy para exigencias. Y todo eso añadiéndose al hecho de que en realidad no andan buscando "un polvo fácil con una cara bonita", no: lo que andan es buscando "un polvo fácil con la de Minotauro".

Miren ustedes, señores: sé perfectamente cómo funciona el tema procreativo-recreativo, y les aseguro que si quisiera abrirme de piernas ante el primero que me lo propone no tendría más que salir a la calle para hacerlo. El hecho de ser una mujer soltera en la treintena NO implica que sea una mujer desesperada por echar un casquete. Y quizá mi cociente intelectual no sea de 200, pero les aseguro que no soy imbécil y no voy a creerme que de repente alguien que hasta noviembre de 2012 ni siquiera sabía de mi existencia o le importaba una mierda ahora sienta por mí una pasión desenfrenada y/o un amor sin límites. No insulten mi inteligencia ni insulten mi sexualidad, que está perfectamente como está (y cómo está es cosa mía y de nadie más). No me envíen mensajes supuestamente sutiles de insinuación jocoso-anhelante, que no sólo no son sutiles ni elegantes sino que encima, a mí, me insultan. ¿O la imagen que doy es la de una mujer lo bastante tontita y lo bastante frustrada como para caer en algo tan burdo?

Dicho lo cual, por supuesto no tengo ningún problema en recibir mensajes de cualquiera, gente que conozco o que no conozco, no importa. Cuando recibo un mensaje de alguien desconocido que me habla de mis novelas me siento feliz. Lo que no pienso es seguir aguantando que por el hecho de ser una persona abierta con los demás se me inunde el buzón de entrada de babeos indiscriminados y jadeantes que, supongo, sus autores consideran "insinuaciones sutiles y agradablemente picantes, destinadas a triunfar en la destinataria debido a su circunstancia". Que ya está bien.

A envainársela, del verbo envainar

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Como dicen que rectificar es de… bueno, iba a decir «de sabios», pero tampoco vamos a pasarnos :P dejémoslo en que rectificar, cuando uno se equivoca, es básicamente lo que hay que hacer (y lo que no suele hacerse, dicho sea de paso). Yo hoy voy a rectificar. O más bien a decir que estaba equivocada, o quizá que AHORA estoy equivocada y antes no, pero lo que cuenta es el presente. Veréis: una de las discusiones lingüísticas que más veces he mantenido se refiere al uso del pretérito pluscuamperfecto de subjuntivo empleado en lugar del condicional (para entendernos, “hubiera” en lugar de “habría”); es un cambio de tiempo verbal que a mí personalmente siempre me ha puesto los pelos de picos pardos, ¿para qué leches tenemos tantos tiempos verbales, cada uno para su función específica, si luego nos pasamos esa función específica por el forro de las normas gramaticales y los usamos como nos sale del pretérito anterior? Llevo muchos años siendo una fiel defensora del condicional frente al (cada vez más frecuente) uso del pluscuamperfecto de subjuntivo, pues para eso hay dos tiempos distintos, cada uno para expresar una cosa, y como talibana lingüística que soy me da mucho por el coxis ver que el pobre condicional desaparece mientras el pluscuamperfecto se alza con una victoria que no es suya ÒÓ

Para que me entendáis, a lo que me estoy refiriendo es a la redacción de una oración compuesta “si + pluscuamperfecto + condicional” cambiando el condicional por otro pluscuamperfecto. Por ejemplo, Si me hubieras llamado, habría ido (condicional) > Si me hubieras llamado, hubiera ido (pluscuamperfecto). En palabras de nuestra bienamada RAE, «Comúnmente las oraciones condicionales se construyen en español según un esquema compuesto de dos elementos: una oración subordinada (prótasis), introducida por la conjunción si y que expresa la condición, y una oración principal (apódosis) que enuncia el resultado del cumplimiento de la condición.» Lo mismo vale para oraciones en las que no está la subordinada (es decir, la parte introducida por el “si”, que es la que SÍ tiene que ir con pluscuamperfecto): En ese caso, ¿qué hubiera dicho Paquito? (la subordinada está elíptica, pero el esquema es el mismo: el “en ese caso” sustituye a “Si hubiera ocurrido -lo que sea-”): ese tiempo debería ser condicional, En ese caso, ¿qué habría dicho Paquito? Y yo llevo muchos años defendiendo ese tiempo verbal, que para eso existe, porque si no usted me dirá por qué demonios tuvimos que aprendernos en la EGB (imagino que en Primaria ahora también se estudiarán) todas las puñeteras conjugaciones de los puñeteros verbos regulares e irregulares, si luego cada uno puede plantar el tiempo verbal que le salga de los mismísimos cuando le salga de los mismísimos, hombreyapordios qué va a ser esto.

Bueno, pues resulta que la RAE va y me dice que vaaaaaaaale, que se puede usar el pluscuamperfecto de subjuntivo en lugar del condicional. Que venga, de acuerdo, que total psché, ellos tienen cosas más interesantes que hacer que defender el uso de los tiempos verbales (como por ejemplo quitar tildes indiscriminadamente, supongo). O, en sus propias palabras, «La validez normativa de la forma en -ra del pretérito pluscuamperfecto de subjuntivo (hubiera amado) en la apódosis (oración principal) de las oraciones condicionales irreales referidas al pasado no se cuestiona. También se admite hoy día como posibilidad válida el uso de la forma en -se del pretérito pluscuamperfecto de subjuntivo (hubiese amado), que anteriormente se censuraba. Serían, pues, igualmente admisibles, las tres apódosis de la siguiente construcción condicional:

Si lo hubiera sabido, te lo habría dicho.
Si lo hubiera sabido, te lo hubiera dicho.
Si lo hubiera sabido, te lo hubiese dicho

Po vale =( al menos tendré que conformarme con saber que no se admite el intercambio de intercambios, es decir, en vez de cambiar el condicional por pluscuamperfecto, hacer la jugada contraria y emplear en lugar del pluscuamperfecto, el condicional (lo que viene siendo algo así: Si lo habría sabido, te lo habría dicho. O Si lo sabría, te lo diría). Supongo que aquí el que no se consuela es porque no quiere.

Y me diréis: ¿Por qué eres así de tonta, tía? ¡Pues si la RAE dice que está bien, pues será que está bien! Sí, bueno :P es que tampoco estoy de acuerdo con que hayan quitado la tilde del sólo, o de los pronombres, o de supuestos e hipotéticos monosílabos como rió, truhán o guión, que serán monosílabos en su pueblo porque en el mío se pronuncian con dos sílabas de toda la vida de Dios. Tampoco escribo güisqui, ni jonrón, ni balonvolea: escribo whisky, home run y voleybol, y que se ponga la Liga Antineologismos como se quiera poner. Me reservo el derecho al pataleo cuando mi bienamada y nunca bien ponderada RAE hace o dice algo con lo que no estoy de acuerdo, aunque supongo que a partir de ahora, en vez de chillar de indignación cuando veo que alguien usa el pluscuamperfecto donde (creo yo que) debería ir un condicional, tendré que sufrir en silencio, como la pava del anuncio ese de la pomadita para la parte baja de la espalda. Qué le voy a hacer =/

[/mode talibana] :P

Rompiendo la baraja

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Jaus =) En los albores de la tempestad regreso a vosotr… no, espera, eso está pillado :P A ver así: por increíbles peligros e innumerables fatigas me he abierto camino hasta el castillo más allá de la ciudad de los gobl… Me da que eso tampoco va a colar =/ Bueno, el caso: que ya sé que llevo unos meses desaparecida, y he pensado que ya iba siendo hora de asomar la cabeza y deciros que sigo viva y relativamente sana (no ahondemos, no vaya a ser que me vea en la obligación de contaros cómo estoy en realidad y me explote el blogger por ocupar todo el espacio que aún tengo disponible).

Han pasado muchas cosas en estos meses, tanto en el plano profesional como en el personal. La mayoría, lamento decirlo, malas =( pero no tan malas como para desaparecer para siempre de los aquíes del ello, graciasalosdioses. Sabéis que tengo la cabeza como un bolardo, y que cuando me caigo lo que hago es liarme a dar zarpazos como una gata panza arriba hasta sacarme de encima los problemas a base de arrancarles los ojos. Así que, aunque aún esté un poco renqueante, aquí me tenéis =) dispuesta a tirar palante y a darme impulso para ver si consigo llegar a meterle un buen mordisco al mundo antes de que me dé otro codazo en la boca.

De lo personal, como comprenderéis, no voy a hablar ;) básicamente porque sólo me interesa a mí, al resto de la Humanidad en su conjunto se la pela en si bemol. De lo profesional, que es lo que nos interesa de verdad, tampoco os voy a dar muchos detalles (básicamente porque 1-NO voy a hablar mal de nadie, que no es mi estilo (melena al viento, cámara lenta), y 2-a la hora de analizar los cómos y los porqués seguro que me dejo algún detalle, y sería injusta con mucha gente). Así que dejémoslo en lo siguiente: por muchos motivos y muchas circunstancias, mi carrera literaria va a tomar un camino un poco distinto. O, lo que viene siendo lo mismo, voy a salirme del caminito de baldosas amarillas para probar otras vías. No voy a dejar de escribir lo que escribo: simplemente, os lo voy a hacer llegar de otra manera.

Eso no quiere decir que reniegue de mis editoriales ni que les haya retirado el saludo o les haya devuelto el rosario de sus padres: ni mucho menos, tanto en Ediciones B como en Minotauro me han tratado estupendamente y sigo trabajando con ellas, mis dos novelas siguen en las librerías, y pronto veréis algún nuevo libro firmado por mí y publicado bien por ellas, bien por alguna otra editorial. Pero ahora mismo voy a probar ese otro camino, el del “háztelo tú mismo”. Porque estoy cansada. Porque no quiero seguir haciendo esperar a la gente que me está pidiendo la continuación de mis novelas. Porque estoy completamente convencida de que el presente (que ya no el futuro) está ahí, y que las editoriales, con todos mis respetos, están tardando demasiado en darse cuenta, y así está pasando lo que está pasando, que unos suben precios porque venden menos y otros compran menos porque se suben precios y otros abogan por "pues rompemos la baraja y cultura gratis" y a nadie le interesa pensar que los que pierden en todo esto no son las editoriales sino los autores.

La verdad es que tengo ganas de probar esta nueva vía =) yo tendré control absoluto sobre mis libros (desde el título y la portada hasta la extensión de la historia, pasando por supuesto por el precio), y estaré muchísimo más cerca de vosotros porque ya no tendré que pasar por ningún intermediario para arreglar lo que haya que arreglar, enderezar lo que haya que enderezar o responder a cualquier duda, sugerencia, solicitud o idea que se os ocurra a vosotros, que al fin y al cabo sois lo más importante de todo esto. No tendré que haceros esperar más de lo necesario, ni tendré que daros largas sin poder explicaros por qué cuando me preguntéis por la siguiente, o por la anterior, o por dónde y cuánto. Vosotros pedís, y yo os doy lo antes posible y sin retrasos ni abandonos.

Así que manos a la obra =) para empezar, ya veis que he cambiado un poco el diseño del blog y le he añadido varios vínculos allá arriba, los links a las redes sociales en las que participo. También, y como inicio de este nuevo camino, he reorganizado y actualizado mi web oficial y la web dedicada a El sueño de los muertos, que ahora, como es lógico, ya no contiene sólo la información de una única novela sino que está orientada a la saga completa, El Segundo Ocaso. Y muchas más sorpresitas que os tengo preparadas y que iréis descubriendo estas próximas semanas ;) De momento, sólo daros las gracias por seguir ahí, y por tener tanta paciencia. Os aseguro que os recompensaré en cuantito pueda, y no sólo con una ronda de sugus.


Amosnomejodas

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Vale, va de coña, ¿de acuerdo? O al menos eso espero *se arrodilla y reza a Eru, R'hllor, Jenhaha y Crom Bendito con mucha mucha mucha intensidad y cara de estreñimiento*. Es una exageración. Pero es lo bueno (o lo malo) que tienen estas exageraciones: que son taaaaaaaaan plausibles que tienes problemas para decidir si es coña o es en serio. De hecho, si no pusiera ahí abajo "cinismoilustrado.com" yo lo mismo me lo creía. Y aun poniéndolo tengo mis dudas, oslodigodeverdad.

¿Cuál es el problema? Pues que no es más que una exageración de una tendencia que llevamos viendo varios años. No voy ahora a cargar contra la RAE (ya lo he hecho alguna que otra vez, y jamás les perdonaré lo de mi añorado rió T____T desde que cambiaron eso, mis personajes se ríen mucho menos. Si queréis echarle la culpa a alguien de lo puteados que están mis personajes, echadle la culpa a la RAE). Pero sí diré que hay ciertas tendencias que me superan. ¿Que el idioma español-castellano-whatever es mu difícil? Pues en vez de enseñarlo bien, ea, a cambiarlo para que no haya problemas y hasta los más torpes puedan escribir con corrección. Que no digo yo que un idioma sea algo estático y que no pueda evolucionar (más bien al contrario), pero jonjones, una evolución lógica y natural, qué es eso de quitarme la tilde de truhán y de guión y de sólo y quitarme las tildes de los pronombres y aceptar jonrán y cederrón y y y y COCRETA!!! Válgame la Virgen del Pompillo T_____T mi idioma, mi idiomaaaaaaaaaaaaaaaaaa *solloza*.

Y si a esa tendencia "pos nada, a quitar tontás" (que digo yo que ya que se ponen podrían poner regular el verbo andar -y desandar- y así todos los que anduvieran perdidos estarían mucho más felices y contentos, pero no, claro, vamos a quitar la tilde de guión, que es MUCHO peor, dónde va a parar) le sumamos la otra tontá, la de "la lengua española es sexista" (whadafuck sexista O____o es lo que es, no tenemos un género neutro, sin género neutro es IMPOSIBLE hablar sin que TODO tenga un género masculino o femenino, no jodamos, hombreya =( que le buscamos veinte pies al holotúrido, ¿en serio hay que cabrearse porque el genérico sea masculino? ¿En serio va a cambiar nuestra vida si a partir de ahora lo que es la polla se convierte en un coñazo y viceversa? ¿No sería como mucho más mejor preocuparse por el sexismo en otros ámbitos mucho más peligrosos...? Amos, digo yo), pues apaga y vámonos. Que hay mensajes que no hay quien entienda, pordiospordios =( y que no sé qué es peor, si el todos los niños y niñas, miembros y miembras o el todxs lxs niñxs y miembrxs, ¿de verdad alguien se siente discriminado si se dice "todos los niños" en genérico y en paz? =/

De ahí viene esto, I guess (seh, hablo en inglés porque ellos sí tienen género neutro, qué listos son, igual por eso son los amos del mundouniverso -perdón, mundxuniversx-). Es una coña, pero perfectamente podría ser verdad. De hecho aún no las tengo todas conmigo. Lo mismo es cierto y yo no me lo he querido creer. Cosas veredes.



De géneros, subgéneros, subsubgéneros, subsubsubgéneros y la madre que parió a la avutarda

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Por petición popular voy a resubir algunas de las entradas más "famosas" (sic.) de este blog, porque parece ser que la caché de blogger a veces da probles o no sé qué que dicen los que entienden de esto de la informática (yo, negada, encantada de conoceros :P). La primera de ellas, dedicada a un tema que sigue tan "de actualidad" como el día que perpetré la entrada original: las etiquetas literarias. O de cómo volver loco al lector y, también, al autor.

Pongámonos en la siguiente situación hipotético-demostrativa: un día cualquiera (puede ser un martes por la mañana, por ejemplo), una librería (o gran superficie con cacho destinado a libros, o incluso gran superficie destinada a libros, que las hay, para que luego digan que no se lee y todas esas cosas). Un incauto comprador en potencia que se pasea por entre las estanterías/mesas/aparadores/lugares de exhibición y/o exposición de libros, buscando algo que echarse a la boca (o, en este caso, a los ojos). Si resulta que el incauto comprador en potencia no va a tiro hecho (sabiendo exactamente qué libro quiere o una aproximación muy aproximada, vaya), pueden darse las siguientes posibilidades:

1- Que acabe echándose a los ojos el libro con la portada más agresivamente hiriente para las retinas, en un intento de impedir que dicha portada haga efectiva su amenaza silenciosa (“O me compras o te vas a cagar, machote”) y le salte a la yugular en el momento más inesperado.
2- Que acabe echándose a los ojos el libro que más cerca tenga de la manopla cuando su cerebro amenace con ir a la huelga, montarle una manifestación antisistema y/o una sentada a las puertas del cráneo, o directamente implosionar y salir convertido en gelatina grisácea por sus orejas, nariz, boca y demás orificios de entrada/salida.
3- Que acabe echándose a los ojos una garrafa de colirio comprada a granel en la farmacia que un avispado emprendedor acaba de abrir justo al lado de la librería/gran superficie en cuestión.
4- Todas las anteriores son ciertas.
5- La gallina.

¿Por qué? Bueno, vamos a presuponer que todos hemos ido a la caza y captura de un libro en los últimos n años (si no eres de “ese tipo de gente”, pruébalo: es una experiencia tan adrenalínica como subirse en una de esas atracciones a las que en mis tiempos llamaban ‘montañas rusas’ y ahora les llaman cosas muy feas —sobre todo los que están montados en ellas, que de hecho llegan a llamarlas gritos inarticulados, vómitos y crujir de dientes en general—). Si es así, quizá os hayáis dado cuenta de que eso de “voy a ver qué leo hoy” es tan complicado como descubrir el peso atómico de la kriptonita una noche de borrachera con la única ayuda de una pizarra vileda, un boli bic naranja y una tabla de límites cuando x tiende a infinito. Porque hay tantísimos géneros, subgéneros, subsubgéneros, mezclas, dispersiones, variantes, circunvalaciones, deconstrucciones, divagaciones, anexos, convexos, eximentes, palíndromos, concatenaciones y marsupiales que eso de “quiero un libro” se ha convertido en algo parecido a llegar a Ikea y decir “quiero un mueble”. Con la diferencia de que los libros no te los montas tú (salvo los de “Elige tu propia aventura”, claro) y de que, habitualmente, las instrucciones de uso del libro se entienden.

No, en serio: yo intento mantenerme al día en esto de los géneros literarios y tal, por aquello de que me dedico a escribir, pero os juro por mi peluche mutante que cada vez que tengo una conversación acerca del tema me paso hora y media con la cara que se le quedó a mi abuela el día que intenté explicarle de qué iba “eso del intenné”. Vamos, cara de WTF, pa entendernos. ¿Cyberpunk, ucronía distópica, ci-fi hard, ficción onírica, steampunk, terror cósmico…? ¿MANDÉ? O_O ¿Dónde ha quedado eso de “fantasía, ciencia-ficción, terror, romance, best-seller”, de toda la vida, oiga? Ha llegado un momento en el que alguien me intenta decir de qué va un libro y tengo que abrir el google veinte veces para enterarme del puñetero género del puñetero libro. Con lo fácil que era la vida cuando sólo había narrativa, lírica, dramática y ensayo, y el mayor desafío al que te enfrentabas era encuadrar el subgénero epistolar…

Y bueno, supongo que de lo que se trata (como siempre que alguien intenta organizar algo) es de ordenar lo que a priori parece un caos para que el lector no se vuelva gilipollas intentando averiguar qué libro le puede apetecer en qué momento, pero… no sé yo si eso de dividir y dividir y dividir y volver a dividir no es un error gordísimo. Y no sólo porque ahora haya que hacer un Master en Oxford y complementarlo con varios cursos CCC y dos grados universitarios para entender de qué nos están hablando cuando nos hablan de géneros literarios (o simplemente cuando vamos a la anteriormente mencionada librería/gran superficie), sino porque, como suele ocurrir cuando se ordenan las cosas, hay algunas que no encajan en ninguna parte, y las que parece que sí encajan resulta que en realidad encajan porque haces mucha fuerza al cerrar el cajón. Vaya, como cuando dices “tengo tres cajones en la cómoda: uno para la ropa interior, otro para calcetines, otro para bufandas”. Vale, genio: ¿y el bañador dónde lo metes? ¿Las medias van en el de ropa interior o en el de calcetines? ¿Y esos calcetines que son con suela, van en el de los calcetines o los llevas al armario de las zapatillas de andar por casa? ¿Y el fular de la foto de “la pose” (ver entradas anteriores xD), encaja donde las bufandas? Por cierto, ¿los guantes y los gorros también los metes con las bufandas? ¿Y la pamela de las bodas…?

Vamos, que no. E incluso cuando dices “enga, pues me voy a Ikea (sic.) y me compro una cómoda de quinientos cajones, y así no hay problema”. Bueno, pues sí hay problema. Porque entonces querrás tener las bufandas rojas con los guantes rojos y el gorro rojo, y la bufanda azul con los guantes azules y el gorro azul, pero resulta que en teoría tienes un cajón para bufandas, otro para guantes y otro para gorros, ¿no? Así que no puede ser, del mismo modo que aunque tengas un cajón para bragas y otro para tangas y otro para sujetadores y otro para… loqueseosocurra xD, resultará que te apetece guardar el tanga negro con el suje que va a juego, y volveremos a liarlo todo.

Pues yo creo que algo parecido sucede con los géneros literarios. Si ya había problemas para clasificar las obras cuando sólo había narrativa, lírica, drama y ensayo (¿Qué pacha si una novela tiene una parte teatralizada, por ejemplo? ¿Y las obras de teatro en verso? ¿Y las novelas ensayísticas, o los ensayos novelados? ¿Eh, eh, eh?), imaginaos ahora que hemos decidido passsar de la cómoda de cuatro cajones y comprarnos una de ésas que se pueden ir ampliando por módulos cada vez que a uno se le ocurre que quiere un cajón más. Y nos encontramos con novelas que son “de ci-fi hard con un componente distópico, onírico y de terror cósmico fantástico”. Y a ver en qué puñetero cajón metemos la puñetera novela.

...

(Yo la metería en el de las bragas negras, por cierto).

(En serio).

Y luego existe una cuestión curiosísima… y es que cuando encontramos varias novelas que encajan en el mismo cajón (a.k.a. género, aunque es más bien probable que sean veinticinco cajones/géneros), resulta que (como es lógico, normal y hasta deseable), no tienen naaada que ver entre sí. ¿Problema? Ninguno, salvo que es posible que (por ejemplo) alguien te diga “Boh, paso de leer ‘El nombre de la rosa’, es del mismo género que ‘La profetisa’, que es una ful”. O “Ni de broma me leo ‘Muerte de la Luz’, es del mismo género que ‘Titan A.E.’, que me pareció un bodrio”. O “Vamos, hombre, me voy yo a leer ‘Canción de Hielo y Fuego’, con la ‘Dragonlance’ tuve bastante”. Y a ver cómo le explicas tú que no tiene absolutamente nada que ver ni en temática, ni en desarrollo, ni en estructura, ni en público, ni en calidad. Puedes decírselo, claro; pero ya va de primeras con la cara esa de :/ y es bastante probable que, si lo coge, lo coja sin ganas y no le mole. Porque ya va predispuesto a que no le mole, qué le vamos a hacer. No hay nada peor que pillar algo por obligación. ¿O a vosotros no os pasa que cuando os dicen "tienes que... (insértese lo que sea)", os entran ganas de hacer justito lo contrario? Pues eso.

Es decir, volvemos a la misma conclusión que ya hemos extraído en bastantes ocasiones: al final, existen (o deberían existir) tantos géneros como autores. Más, de hecho: existen (o deberían existir) tantos géneros como libros. Cada novela tiene su propio género, su propio cajón. Cada libro es un mundo. Y fun y pin.




De chepcho y tal

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Yo sigo atendiendo peticiones del lector del blog, y resubiendo algunas de las entradas más "in" y "cool" y "yupis" de allá por los alláes. En este caso, ésta es un MUST. No sé por qué, ni que el tema fuera... oh, wait :P

¿Que de qué va esto? Lo habéis adivinado: de sexo. ¿Por qué? Porque me apetece (aunque no sea la actividad más lógica un martes por la mañana, y menos para alguien que de repente se ha echado toda su senectud encima; pero a nadie le amarga un dulce, y si algo he intentado toda la vida es ser honesta. No me van demasiado los disimulos ni los fundidos en negro, y esta mañana, después de sacudirme la depre de verme un año más vieja, he pensado: "¿De qué hablo hoy?" y la respuesta automática de mi mente ha sido: "De sexo". ¿Y quién soy yo para contradecir a mi mente...?). Y también, por qué no decirlo, escribo esta entrada porque éste es un tema del que he hablado en muchas ocasiones en foros, chats y reuniones con lectores y escritores del género y de otros géneros, y creo que puede resultar interesante. Aunque lo fundamental sigue siendo que me apetece, claro =)


Que el sexo vende es una de esas Verdades que ya apenas necesita demostración empírica. Si alguien la requiere, no tiene más que comparar, por ejemplo, las visitas a este humilde blog con las visitas a, póngase por caso, un blog con contenidos "subiditos de tono". Las cifras cambian, vaya que si cambian. El sexo vende, el sexo atrae, el sexo gusta. Al menos eso demuestra que todavía hay esperanza para la raza humana, a pesar de todo (¿qué pasa? ¿cómo creíais que nos reproducíamos, por bipartición? xD). Cuando digo que hay esperanza pese a todo me refiero, por supuesto, a esa otra gran Verdad que se llama represión, y que muchas veces nos hace confundir las churras con las merinas o el sexo con algo intrínsecamente malo, malvado, maligno, sucio, vergonzoso o potencialmente peligroso para nuestras almas. No voy a juzgar las creencias religiosas, morales ni éticas de nadie: allá ca cual con su cacuálo, que diría aquél. Pero sí voy a hablar de sexo, y más concretamente voy a hablar del sexo en la literatura fantástica, que es a lo que me dedico. A la literatura, digo, no al sexo :P



Es un tema del que, como digo, se ha hablado ya en tantas ocasiones que poco más puedo aportar al asunto, salvo mis propias reflexiones. Si queréis leer un reportaje bastante bien documentado sobre sexo y fantasía, os invito a asomaros aquí: http://sirmia.wordpress.com/2010/10/13/sexo-mentiras-y-fantasia/ . Ahí se hace un recorrido por los géneros (nunca mejor dicho) desde la antigüedad más antigua hasta más o menos hoy.

Poco más, repito, se puede decir que no se haya dicho. Salvo quizá plantear un par o varios pares de cuestiones bastante curiosonas al respecto. Por un lado, quizá uno de los motivos por los que, a mi juicio, la literatura fantástica ha sido tan pacata y tan poco dada a las efusiones sexuales hasta hace bien poquito. En primer lugar, hay que tener en cuenta que una de las bases de la fantasía tal y como la conocemos ha sido el maestro Tolkien, que tenía muchas virtudes pero entre ellas no se encontraba precisamente el tratamiento del sexo con naturalidad: de hecho, quizá El Señor de los Anillos sea una de las novelas más asexuales que conozco, con la posible excepción de El Pampinoplas (pensemos lo que pensemos sobre Frodo y Sam, o sobre Merry y Pippin, no hay nada explícito en la novela, ni sobre ellos cuatro ni sobre Sam y Rosita, la pareja hobbit “uficiá”; tampoco, por supuesto, sobre Faramir y Eowyn. Y Aragorn y Arwen dan la sensación de haberse querido como la parejita de El milagro de P. Tinto, poco más o menos).

En segundo lugar está ese estigma que ha arrastrado la fantasía como género hasta ayer por la mañana: ese "para niños" que tenía pegado al lomo, y que hacía que muchos de los autodenominados frikis hayamos tenido que escuchar en infinidad de ocasiones la afamada y nunca bien ponderada frase de "¿Y no eres un poco mayorcito/a para leer esas cosas?", y la no menos exitosa de “¿Y cuándo vas a leer libros de verdad?”. Obviamente, en un libro “de pa niños” no vas a meter guarrerías erótico-festivas, que no está bien visto y además les puedes corromper la mente y todo eso y que casi mejor dejar esas cosas para cuando tengan el raciocinio bien formadito. De la violencia, ni papa: un chaval puede matar marcianos a hostias a los cinco años —pobres marcianos—, pero como se le ocurra preguntar cómo nacen los bebés la sociedad se llevará las manos a la cabeza. Volvemos a lo mismo: represión, idea del sexo como algo malo, sucio, pecaminooooosooooooo (aka pongan ustedes un ceporrín con los ojos en blanco). Y si son jóvenos o jóvenas, pues tres cuartos de lo mismo: no les pongas sexo no sea que aprendan, déjalos que sigan en la ignorancia (así pasa lo que pasa, sin querer entrar en polémicas sobre educación sexual) y que sepan cómo romperle el alma a leches a su vecino pero no cómo zoscarse a la chati/el chato que les mola y que la chati/el chato se lo pase de puta madre y no haya consecuencias indeseadas a raíz del “zoscamiento”. Y de ahí que en las novelas de fantasía hasta hace dos días y medio no hubiera ni un mísero metimiento o metición de manopla, pero eso sí, la espada los colegas la metían hasta la empuñadura.


Hablo, por supuesto, de la generalidad. Claro que hay ejemplos de novelas y series del género en las que el sexo tiene una presencia: sin embargo, en esa generalidad de la que hablamos el sexo apenas existe, se esboza como mucho, a lo máximo a lo que llegamos es a un fundido en negro colocado más o menos a tiempo de impedirnos vislumbrar cómo el besito se convierte en algo más. Creo que lo más que he llegado a leer en fantasía hasta hace poco fue cómo Tika Waylan tenía que atarse la blusa con un nudo después de los torpes manejos de Caramon Majere, o cómo Drizzt Do’Urden se ponía las botas sentado en la cama de Catti-Brie Battlehammer después de un fundido de lo más tocapelotas. O de lo menos, si de textualidades hablamos. La rosa que Rand Al’Thor deja en la almohada de Elayne Trakand también es un buen ejemplo de descripción explícita de coito (nótese la ironía).


Estamos, pues, ante una cuestión cultural bastante interesante: puesto que la fantasía siempre ha sido para jóvenes, y la literatura para jóvenes NO tiene sexo, la fantasía NO tiene sexo. Luego además tenemos que tener en cuenta otra cuestión: la fantasía tradicionalmente ha estado destinada a un público juvenil Y MASCULINO, de modo que las poquitas veces que se trataba —solapadamente— la sexualidad, se hacía de una forma un tanto… uf, por decirlo así. El hombre era un Macho-man mega powerful “mía-mi-mújculo” con su súper espadón (me irán a decir que en lo de “espada grande ande o no ande” no hay un ligero cariz de inseguridad sexual que lo flipas, cual si de enseñarse el “sable láser” en los servicios a ver quién lo tiene más grande se tratase), y la mujer era el adorno floreado que acompañaba al guerrero y se quedaba transida al ver su enorme espadón, un a modo de “descanso del guerrero” con las tetas más grandes de toda… donde sea xD xD xD. O, por el contrario, y si la mujer se atrevía a destilar no sólo sensualidad sino también un poquito de independencia (o, básicamente, no se dejaba impresionar por las espadas grandes), es porque era “la mala”. En el 90% de los casos, vamos, o incluso más. Hablamos de la generalidad. Había excepciones. Pocas, pero las había. Y cuando esa “tensión sexual solapada” se dejaba ver más de lo moralmente correcto, zas, cartelote de “fantasía erótica” o incluso “pornografía”. Y siempre, por supuesto, desde esa perspectiva un poco BDSM que culturalmente estaba más aceptada que la igualdad de géneros allá por los alláes.


Por supuesto, una vez la fantasía se desperezó y se sacudió la etiqueta de "para jovenzuelos inadaptados" o “para adultos enfermizos” el género se ha adecuado a la sociedad y ha visto nacer una bonita dicotomía: por un lado, el sexo ya tiene su presencia en el género, ya hay novelas con escenas explícitamente sexuales sin tener que aguantar el sambenito de “porno”: el sexo en muchas de ellas se trata con naturalidad, como una escena más, sin advertir al lector con un redoble de tambores ni cascarle el cartelito de “cuidado, dos rombos”. Por otro lado, no todo el monte es orgasmo: para empezar, porque para llegar hasta ahí ha tenido que surgir el género comúnmente denominado “fantasía para adultos”, que casi da la sensación de tener esos dos rombetes pegados en una esquina y que, para muchos, sólo se distingue de la otra fantasía en el sexo (aka otro ceporrín con los ojos en blanco, por favor). En realidad, la fantasía adulta tiene mucho más aparte del “no cortarse” a la hora de las acrobacias entre sábanas, pero lo que preocupa a muchos es sencillamente eso: qué más da que un jovenzuelo o jovenzuela lea violencia muy explícita, gore asquerosamente asqueroso o filosofía pura incomprensible: lo que importa es que no lea sexo. Válgame. (Y bueno, teniendo en cuenta que aún hay gente que la palabra “sexo” la pronuncia “seso”, “sepso” o “sesho”…). Y para seguir, porque aún hoy existe ese “desvío tímido/abochornado de mirada al atisbo de escena sexual”. Y como resulta que la fantasía sigue siendo considerada para jóvenes pese al cartelote anteriormente mencionado, nos encontramos con que muchos lectores tragan saliva al ver que en la fantasía actual el sexo es un elemento más de la historia (blablabla ojos en blanco, todo eso).


Y por otro lado, otra cuestión que me ha llamado la atención en los últimos meses, en el trato con otros escritores. Muchos de ellos (no todos, válgame) tienen un poquito o un muchito o un todito de reparo a la hora de describir con naturalidad una escena sexual. Algunos aseguran que “las escenas de sexo no se les dan bien”, y bastantes ni siquiera se plantean meter sexo en una novela o relato, pegue con la historia o no pegue con la historia (en contraste con aquéllos que meten sexo haya o no haya necesidad, que para todo hay dos extremos). Como escritores, y como correctores/lectores de otros escritores, aún existe esa “atención morbosa/desvío de mirada/qué van a pensar de mí” ante el sexo: si hay una escena de sexo, la novela o el relato queda automáticamente marcada/o por ella, y el resto de la historia da exactamente igual. “Metida con calzador” o “innecesaria” son críticas que he leído u oído acerca de escenas de sexo de todo tipo y pelaje, críticas que jamás nadie se plantearía hacer a una escena, por ejemplo, en la que el prota se emborracha o se dronja hasta las pencas, roba/estafa al vecino del quinto, insulta a alguien hasta la quinta generación, acaba a hostia limpia con medio barrio y lo detienen por resistencia a la autoridad. ¿Por qué nadie tiene que “justificar” una escena de violencia, robo, insulto flagrante, paseo aburrido por el campirri o juego de azar con acompañamiento de licores espirituosos, y sí es necesario justificar perfectamente la escena de sexo? ¿Tamos tontos? ¿O es que nadie practica en su vida el retoce y el refrote porque sí?


Bueno, pues aquí va una justificación, una que no tiene que ver con el hecho de que el sexo es (así de simple) lo que nos da la vida, y que sin sexo no existiríamos (fundamentalmente porque no nacerían más “humanitos”), si a alguien le hace falta dicha justificación y no le vale con “meto una escena de sexo porque me sale de los ovarios/cojones, igual que meto una escena de cánticos regionales y otra de carreras de cuádrigas”: el sexo, como tal, simple y llano, es una de las armas más poderosas con las que cuenta un escritor a la hora de describir a un personaje. Una escena de sexo puede mostrar al lector cómo es un personaje con muchísima más claridad que veinte poemas de diálogo y una canción de acción desenfrenada. Puede parecer extremista, pero es así de sencillo: Dime cómo follas y te diré cómo eres. En el sexo una persona se muestra desnuda, y no sólo de forma literal: desnuda su cuerpo y también su alma. Un amante generoso, un amante violento, un amante travieso, un amante egoísta, un amante fiel o promiscuo… describen una parte importantísima de sí mismos con lo que hacen entre las sábanas (nótese que el masculino de “amante” está utilizado de forma genérica: las mujeres también, por supuesto, se describen en la cama). Y me parece una estupidez renunciar a un arma tan poderosa como ésa de forma voluntaria. ¿Y por qué muchos escritores lo hacen? Porque aún hay muchos reparos culturales al respecto, y porque todavía hoy en día se tiene esa idea de que “si meto sexo me cuelgan el sambenito de “obseso/a” y nadie se fijará en el resto de la historia”. Válgame. Así no le quitamos el cartel de “sucio, pecaminoso, pernicioso para el alma” en la puñetera vida.


Nos encontramos con una paradoja absolutamente deliciosa: el sexo vende, pero el sexo también da miedo. O quizá sea vergüenza. Y bueno, supongo que repetir el manido “¿por qué el sexo es malo y la violencia no?” no va a conseguir que las cosas cambien así de un plumazo, pero qué quieren que les diga, a mí me sigue pareciendo un tanto absurdo. Por no decir lamentable.

Pero en fin, seamos optimistas: el caso es que la cosa va cambiando, y que ahora, con la “nueva ola de fantasía martiniana” (como antaño la hubo tolkiniana), poco a poco el tema sexual en el género se normaliza con paso lento pero (esperemos) seguro. Quizá si un día el ser humano se deja de pamplinas y comprende que no se puede estigmatizar algo que es fundamental para la conservación de la especie la cosa cambie de verdad y para siempre.






Y sí, aunque (por fortuna) cada día se nota menos, es muchísimo más difícil encontrar un dibujín de un maromo en "cuerpo" (destinado a ojos femeninos, no a excitar la imaginación culturista del hombre) en fantasía épica que uno de una nena enseñando las curvas de la oferta y la demanda. Válgame.

Mi mundo es mío y me lo %&#@ cuando quiero

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Siguiendo con la iniciativa "plágiate a ti misma, que total no te vas a denunciar" :P, y por aclamación popular, vuelvo a subir esta entrada de hace ya algunos tiempos. En su día interesó mucho a los colegas escritores que tengo por estos lares, pero yo creo que también puede interesar bastante a los que sois lectores (sin aspirar a escribir, al menos no "en serio" -ja-). Va de mundos imaginarios, así que supongo que tiene su cosita ;)

Andaba yo pululando por Facebook un día, un poco frita todavía y con los ojos llenos de legañas mutantes, cuando me tropecé con un enlace al blog de una colega escritora (y no obstante buena persona) que me resultó bastante interesante. La entrada, que podéis leer aquí, habla sobre la ‘actitud’, por llamarla así, de artistas (sobre todo autores) novatos y veteranos, y de cómo los primeros no pueden exigir ser tratados como lo que no son (autores consagrados geniales y sapientísimos) y los segundos no deben tratar a los primeros como si ellos no hubieran pasado por esa etapa en su día (con condescendencia o incluso mala uva).

Es una cuestión interesante, pero no es la que me ha hecho desempolvar la contraseña de este blog para actualizarlo (por fin, diréis, ya iba siendo hora). No, qué va. Es que veréis, pululando en busca de actitudes de autores famosos (o al menos relativamente conocidos), me he encontrado esta otra entrada, esta vez en el blog de Patrick Rothfuss (el autor de El nombre del viento y tal), y el caso es que me ha recordado la cantidad de veces que yo misma he tenido ese debate con otros escritores y con lectores de fantasía. De modo que he pensado que os podría interesar leerla, porque pone un ejemplo estupendo de un hecho que, creo, es importantísimo a la hora de ponerse a escribir.

Rothfuss se refiere a la fantasía, pero es un hecho válido también para quien escriba novela histórica y, en menor medida, para todos los géneros literarios. ¿Que de qué va la entrada, que no la he leído porque no sé inglés/no me apetecía darle al link? Bueno, veréis, la cuestión es la siguiente: cuando uno se pone a escribir, sobre todo, como decía, fantasía o histórica, tiene que hacer un esfuerzo para no dejarse llevar por el entusiasmo de estar metiendo al lector en un mundo que no es el suyo, sea porque es un mundo inventado (fantasía) o un mundo pasado (histórica). El autor tiene TODA la información sobre ese mundo, bien porque se la haya inventado durante meses de rascarse las neuronas (fantasía), bien porque se haya pasado meses investigando entre polvorientos volúmenes a los que la wikipedia no tiene acceso (histórica). El autor conoce cada detalle de ese mundo: configuración, leyes físicas, geografía, historia, costumbres, religiones, situación política, bleh bleh bleh, cientos y cientos de páginas de información (física o virtual, metidas en la cabecita, que aunque no ocupen espacio siguen siendo muchas páginas).

¿Y qué ocurre? Pues que el autor ha hecho un gran esfuerzo al diseñar/investigar ese mundo, y lo conoce tan bien, y le gusta tanto, y tiene tantas ganas de compartir sus vivencias en ese mundo que corre el riesgo de dejarse llevar por el entusiasmo y dejar al lector con cara de “pero qué coño me estás contando, tío”. ¿No os ha pasado alguna vez que habéis leído el inicio de un libro y os ha aburrido hasta querer sacaros los ojos con una cucharilla, porque después de cincuenta páginas aún no le habéis visto la jeta al prota pero, eso sí, habéis luchado para abriros paso a través de párrafos y párrafos de información acerca del mundo en el que os encontráis? Páginas repletas de países con nombres raros, relaciones internacionales, razas, seres, bichos, culturas, costumbres, de las que al acabar el párrafo ya ni siquiera os acordáis porque os habéis saturado de información…

Por mucho que a los escritores nos duela, eso es algo de lo que sólo alguien como Tolkien puede salir airoso. El resto, si comenzamos una novela describiendo enciclopédicamente el mundo que hemos creado/hemos indagado corremos el riesgo de que el lector no sólo no se entere de una mierda, sino que mande nuestro libro al mismo sitio con el lomo mirando pa Cuenca. Vale, la información es importante porque si el lector no conoce el mundo y sus costumbres puede no entender de qué carajos le estamos hablando. Pero seamos sinceros: si le metemos a presión toda esa información como a un pato del que queremos sacar pasta de hígado, el lector no se enterará de la mitad, no asimilará esa información y, lo que es peor, se aburrirá de nuestro libro antes incluso de que el libro haya empezado. Si le colamos cincuenta, o incluso diez, o incluso menos, páginas de “el mundo es blablabla y las razas son blablabla y este rey hizo esto y desde entonces este país está peleado con este otro por un quítame aquí estas tierras y entonces los antiguos seres que poblaban el bosque que hay aquí decidieron que blablabla y después hubo una guerra y muerte y destrucción y blablabla y espera, que ahora empiezo y te presento a mi prota, es que antes tienes que saber que es de un pueblo que blablabla y además blablabla”, el lector, con las pupilas dilatadas y la mandíbula desencajada, soltará el libro como si fuera una escolopendra y tendrá que darse un baño calentito acompañado de un cocktail de ibuprofeno, y todos sabemos que el agua no está pa desperdiciarla, que hay sequía.

¿Y si el lector es cabezón, y consigue sobrepasar esas cincuenta primeras páginas? Qué macho, ése sí es un héroe y no mi prota, joder. Bien, si el avezado lector logra tamaña tarea sin que le dé un ictus, para cuando llegue al sitio en el que necesita esa información lo más probable es que ya ni se acuerde de ella ni le importe tres cojones. “¿Quién coño eran los Kdefrrrgsh y qué coño pintan en todo esto? El caso es que me suena…” y allá va el lector a rebobinar, y hojea las cincuenta primeras páginas en busca de los Kdefrrrgsh, que resultan ser mortales enemigos de los Jhhhggunndda porque uno de los Hundidongos secuestró hace dos mil años a la princesa de los Fevermelos, y eso que la princesa no valía gran cosa, pero como te he contado veinte páginas antes los Fevermelos eran rubios y de ojos azules y los envidiosos de los Hundidongos, descendientes directos de los Kdefrrrgsh por parte de cuñado, el cuñado que era Jhhhggunndda adoptivo porque el rey de… Oye, se ha quedado buena noche, igual podría bajar a echarme una caña con Paco…

¿El secreto? Supongo que es dosificar esa información. Ofrecerla poquito a poco, conforme se vaya necesitando. Dejar que sean los personajes los que la den, y no darla al principio. Contar ese “backup” entremezclado en la trama de la novela, no como un aparte en plan enciclopedia británica con anexos. No quiere decir que no se puedan meter párrafos y párrafos de historia, costumbres, política, geografía y religión (aunque a mí personalmente me guste más la información esbozada que la desarrollada): lo que quiere decir es que esa información será mucho más digerible si se mete a lo largo de toda la trama, cuando se necesite, y no como un Génesis bíblico “en el principio fue el reino de Kotoriastas, y Kotoriastas, que era un poco cabroncete, escupió en la sopa de Guundimelo y los descendientes de ambos conformaron las naciones de dos continentes enfrentados, a saber: (inserte aquí una lista de países y reyes) y el cuñado del primo de Gonzalbano el Inmarcesible construyó una barca con troncos y tras innumerables peligros (inserte peligros aquí) llegó a las tierras de los Turulendonos y bleh bleh bleh”. Y para cuando el prota alza una ceja en dirección al lector, el lector se ha ahorcado con la sobrecubierta o se ha cortado las venas con el ticket de compra del libro.

No es fácil. Claro que, si fuera fácil, no tendría mérito conseguirlo, supongo. Tampoco es fácil conseguir que un bicho de metal con alas rígidas vuele, o abrirle la tripita a un pavo y que luego se vaya andando a su casa. Pero quizá sea precisamente el hecho de que no es fácil el que nos impulsa a seguir intentándolo, nyet? ;)


Nota: las imágenes, obviamente, ni son mías ni aspiran a serlo ;)

De series, sagas, standalones y otras cosas del comer

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Siguiendo con la saaaana y hermoooosa costumbre recién adquirida (por mí) de resubir (a.k.a. volver a subir, vaya) algunos de los artículos/entradas/cosas de este blog que más éxito han tenido a lo largo de los años (sobre todo porque hace unas semanas noséquién me pidió encarecidamente que lo hiciera por noséqué de la caché de blogger o noséqué, como podéis observar estoy MUY enterada de las últimas novedades en tecnología informática), hoy voy a subir este... esto, que habla de un tema que me interesa (curioso, lo escribí yo misma... :P) y que me abre el camino para dentro de unos días, cuando ¡POR FIN! pueda hablaros de ese tema del que aún no os puedo hablar.


Hace algunos meses, un lector me escribía un mail para comentarme sus impresiones acerca de La Elegida de la Muerte (Öiyya). En ese mail, aparte de decirme muchas cosas bonitas, me hacía una pregunta que acabó iniciando un debate muy satisfactorio entre ambos, y digo satisfactorio porque, entre sus argumentos y los míos, salieron unas cuantas cosas curiosonas acerca de la literatura en general y el género fantástico en particular. La pregunta era: ¿Por qué esa manía con las sagas? Y seguía diciendo que la mayoría de las trilogías, tetralogías, pentalogías y n-logías que se ven por ahí pueden parecer más "literatura de explotación" que obras que responden de verdad a un plan preciso. Comentaba este lector anónimo que entendía que un escritor que ha creado un universo más o menos completo y complejo ambiente en él el grueso de su obra, pero en la mayoría de los casos le parecía que algunos autores estiraban demasiado algo que no daba para tanto…

Y yo le respondía mostrándome completamente de acuerdo con él. Y sí, me gustan las sagas, tanto para leer como para escribir. Pero en ese detalle en concreto, este lector tiene más razón que veinte santos y una canción desesperada. Sí, hay muchas sagas (aunque el término “saga” no esté excesivamente bien empleado en este contexto, ya que en realidad debería referirse a una obra que abarque las vicisitudes de varias generaciones de una familia, no a una historia dividida en varias novelas… pero a estas alturas creo que ya hemos asimilado ese otro significado :P), hay muchas sagas, decía, que dan precisamente esa sensación: la de historias que empiezan con una novela y cuya buena acogida por parte del público hace que el escritor, o el editor, o ambos, decidan estirarla para seguir vendiendo libros. Es algo completamente lícito, pero también es cierto que al lector puede darle la sensación de que le están vendiendo lo que no es, una historia larga y compleja donde sólo hay una dilatación de vicisitudes que en realidad no tienen que ver con la historia original.

Supongo que el tema da para mucho debate... y que depende de lo que el propio autor quiera hacer y cómo se plantee su obra. Por ejemplo: en mi caso, yo escribí "Öiyya" pensando en una novela independiente, y después empecé a plantear una novela distinta (también independiente), El sueño de los muertos (por aquel entonces titulada "Mellizo"), y cuando empecé a desarrollar la historia en mi cabeza me di cuenta de que, para contarla bien, tenía que hacerlo en varios libros. A mí personalmente las sagas me gustan, PERO cuando son una historia completa DE VERDAD, es decir: una historia planteada desde el principio hasta el final, como si fuera una novela íntegra pero más larga. Lo que no me gusta es precisamente lo que comentaba este lector, cuando un escritor alarga de forma innecesaria, o coge su mundo y sus personajes y, después de la primera novela, los mete en más y más fregaos sin sentido por el mero gusto de alargar la historia. Yo sólo me planteé escribir una saga cuando vi que mi historia no podía contarse en un libro (salvo que ahora publiquen libros de 6.000 páginas xD), a menos que lo hiciera de forma telegráfica, lo cual no acaba de gustarme =(. Supongo que, como todo, depende de lo que quieras contar... hay historias que te piden un relato corto, hay historias que te piden una "novella", hay historias que te piden siete libros :P. El truco está en saber ante qué estás a la hora de escribirla.

Coincido en que muchas veces se aprovecha el tirón de la primera historia para alargar los beneficios desarrollando historias paralelas, precuelas, secuelas y demas "elas". De hecho, un recurso que usan muchos escritores es dejar posibilidades argumentales abiertas para seguir explotando la historia si tiene suertecilla y el público responde, un cierre en falso para seguir la historia si hay que seguirla y darla por terminada si no ha habido suerte. (No hay que confundir esto con lo que ahora se llaman “cliffhangers”, que son justo lo contrario: dejar la historia completamente abierta y en un punto culminante para cuasi-obligar al lector a comprar la siguiente novela, algo que, cuando se trata de sagas de este tipo, se hace mucho (y que, narrativamente hablando, tiene bastante valor en determinados casos; y si se hace bien, claro xD).

El “cierre en falso”, si está bien hecho (coño, pues como todo xD), puede ser una de las mejores ‘trampillas’ de este mundo: uno escribe una novela independiente, y deja abierta una posibilidad por si acaso la cosa ‘pita’ y puede seguir palante contando la historia. El problema es cuando no se deja abierta esa posibilidad, se cierra la trama y luego se abre “en falso”, que eso queda mucho peor. Y que hay muchos, muchísimos casos en los que eso se ha hecho, y el lector, que está en su derecho porque para eso paga por el libro, pues va y protesta, claro. Porque eso no es una saga, es una novela cerrada y atada, un cuerpo terminado y perfecto al que después se ha añadido un apéndice postizo pretendiendo convencer a alguien de que eso ya formaba parte del cuerpo original desde el principio.

Por supuesto, hay que distinguir de lo que estamos hablando en cada caso: no es lo mismo una serie de novelas ambientadas en un mundo o con unos personajes comunes (compuesta de historias independientes que pueden o no estar relacionadas entre sí), que una saga "falsa" (alargada de forma artificial), que una historia completa demasiado larga para publicarla en un solo volumen. A mí me gustan las historias compactas, redondas y bien desarrolladas desde el principio hasta el final (como a todo el mundo, supongo xD); si esa historia ocupa 200 páginas, guay; si ocupa 20.000, guay también, mientras sea una historia compacta, redonda y bien desarrollada DE VERDAD, no un alargamiento de los de "voy a ver si lío un poquito la madeja por aquí y así expando y en vez de vender un libro vendo veinte". Y no porque esos siguientes libros no vayan a ser buenos, que pueden ser maravillosos (y algunos, de hecho, lo son): el problema es que no son lo que me están intentando vender, no son una historia completa, son otra cosa. Y si yo quiero leer una historia completa en varios libros no quiero acabar leyendo una historia de un libro y diecinueve libros más acerca de cómo al prota le crecen los enanos por un champú en mal estado vendido por el primo hermano del malo muerto cuando por fin parecía que había conseguido su sueño de poner un circo. Y ya si me hablas de "la historia de las vicisitudes de los hijos de los protagonistas de la anterior novela", personalmente y sin ánimo de ofender creo que vomito.

Supongo que, como en todo, dependerá de la calidad del autor. Sin embargo, a priori creo que lo más honesto, tanto con el lector como con uno mismo, es saber desde el principio lo que uno está haciendo. ¿Una novela independiente? Estupendo. ¿Una serie de novelas ambientadas en ese mundo/escenario que te has inventado y que te ha gustado tanto que no quieres abandonar? Magnífico. ¿Una historia larga compuesta de varias novelas que cuentan cada una una parte del total? Sensacional. Pero intentar hacer pasar una novela independiente por el primer capítulo de una saga que no existía ni siquiera en tu cabeza creo que es un poquito menos limpio. Ojo, eso no quiere decir que no se deba hacer, que sea ilícito ni que la saga resultante no pueda ser maravillosísima (de hecho, también hay ejemplos que hablan de esta posibilidad), pero a priori tiene muchas papeletas para ser un WTF en toda regla. ¿Lo mejor? Si uno no está seguro de poder escribir o publicar la saga que tiene en mente, escribir una novela independiente y después, una vez visto el panorama, emprender o no ese proyecto. Aunque claro, como en todo, cada caso es un mundo. Yo soy la primera que ha hecho trampa con las dos novelas que tengo publicadas al disfrazarlas de novelas independientes y autoconclusivas cuando en realidad forman parte de una saga (como "historia más larga", vaya). En mi descargo diré que fue para no joder al lector que no quisiera seguir leyendo :P desprendida que es una.

¿Conclusión? Básicamente la de siempre: que cada cual haga lo que le salga del cimborrio octogonal, que escriba lo que le venga en gana como y cuando le venga en gana (siendo honesto con uno mismo, con sus gustos y con sus motivaciones) y que sepa, eso sí, que el lector no es tonto y sabe lo que tiene entre manos cuando está leyendo un libro. Nada más.


PD. No, lo de “alargamiento” NO suena perverso. Son vuestras mentes, que están muy viciadas ya a estas alturas. Panda depravados.

Cantando números

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Hoy no voy a hablar de libros, ni de pelis basadas en libros, ni de series basadas en libros, ni de nada relacionado con la literatura. Hoy esto va de otra cosa: hoy esto va de daros las gracias. Porque sí, porque sois muy grandes, porque sois lo mejor que me ha pasado en la vida y porque sois los que me dais fuerzas para seguir palante cuando todo va cuesta arriba y los que me hacéis gritar de euforia cuando todo va cuesta abajo.

Hoy he visto cómo los números me hacían un guiño cómplice. Veréis: quizá últimamente me vuelco más en las redes sociales, porque el contacto entre vosotros y esta chavala es mucho más cercano, directo y chulo, pero las cifras en RRSS pueden ser un poco engañosas. Éstas, las de visitas a webs y blogs, engañan menos. Y hoy he comprobado que entre las tres webs/sites que tengo repartidas por el ello internético (este blog, mi web oficial y la página dedicada a mi saga de novelas) he alcanzado ya la mareante cifra de 125.000 visitas.

Ciento. Veinticinco. Mil.

Se dice pronto.

Cuando yo era pequeñaja, los niños de San Ildefonso cantaban esto. Aún no me he acostumbrado a lo corto y breve y cortarrollos que es el "miiiiil eeeeurroooos". Esto quedaba como más... largo :P



Para los que estáis acostumbrados a este rollo, quizá sean pocos. Para mí, son un montón. Es decir, miro y remiro las estadísticas y se me abre la boca de asombro al pensar que ciento veinticinco mil tíos (y tías) han estado pululando por las webs que yo he creado, leyendo las chorradas (y no tan chorradas) que cuelgo para mantenerlas activas. Mirando la info sobre mis libros. Cotilleando la info sobre mí misma y mis circunstancias. Haciendo muecas mientras leen mis idas de pelota relacionadas con la literatura y con el mar y los peces y el turrón de chocolate. Fli-po.

Por eso digo que sois muy grandes =) así que hoy paaaso de los libros y dedico esta entrada a daros las gracias. Gracias a los que os pasáis por aquí (o por mis otras dos webs), sea de forma regular o por accidente. Gracias a los que alguna vez habéis compartido un link. Gracias a los que comentáis y a los que no comentáis. Gracias a los que habéis leído mis novelas y a los que las tenéis en la pila, gracias (gracias gracias gracias) a los que las habéis comprado, y gracias, gracias, gracias, gracias a los que las habéis recomendado. Gracias a los que habéis metido mi nombre en la wikipedia, y gracias a los que lo buscáis en google, y a los que me seguís en cualquier red social o me saludáis por la calle. Gracias =) porque todos sabemos que escribir es algo que se hace a solas, pero para todo lo demás un escritor necesita gente. Y sin esa gente no somos más que bichos raros que se encierran a darle al teclado. Y a mí no me importa ser un bicho raro, pero serlo acompañada es muchísimo más divertido ;)
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